Con Joe Biden podemos ganar todos: el presidente electo de los Estados Unidos se comprometió a restablecer los acuerdos ambientales de París. Sin duda, esa gran propuesta beneficiaría a todo el mundo, tanto a los seres humanos (sin importar o no si pensamos en la crisis climática que se avecina) como para la fauna y flora (que se han ido reduciendo hasta la extinción de especies).
El nuevo presidente demócrata porta una luz esperanzadora para el planeta, lo que no quiere decir que sea el salvador. Sin embargo, en su discurso se ha notado la preocupación con la que asume el reto ambiental. Recordemos que el negacionista de Trump prefirió optar por la producción industrial por fuera de los estándares de contaminación y emisión de gases de efecto invernadero que adaptar la economía a un desarrollo sostenible.
Por otra parte, quedó demostrado que la transición energética y la independencia de los hidrocarburos puede empezar a elevar sus resultados durante el mandato de Biden. De hecho, es precisamente Pensilvania el que cumplió un rol fundamental durante las recientes elecciones; puesto que unas de las fuentes económicas de este estado es la explotación de yacimientos no convencionales para extracción combustibles fósiles, en otras palabras, fracking.
Durante el último debate, el saliente mandatario apoyaba la práctica y además prometía aumentar la inversión monetaria para incrementar la producción, pero, muy por el contrario, Biden se comprometía a adelantar acciones alternativas para el sector petrolero y brindarles acompañamiento estatal durante el proceso, y a fomentar las prácticas de cuidado del agua y conservación de la tierra.
Ganará el planeta si Joe Biden cumple, porque también se comprometió a agregar nuevos empleos verdes por todo el país. Además, será un presidente garante para que otros países no violen las normas climáticas establecidas y colocará fin al consumismo insostenible de algunos norteamericanos. Llegó el momento de priorizar el calentamiento global y dejar atrás las mentiras del magnate.
Por su parte, Colombia, que ha mantenido relaciones bipartidistas con los Estados Unidos y ha sido el principal aliado en América Latina, debe fortalecer los vínculos ambientales, para así trabajar en cooperación en la conservación de la biodiversidad y la lucha por la apropiación ilegal de recursos vitales; esto conduciría a la inversión extranjera en el sector ecológico de nuestro país.
No obstante, primero se debe condicionar el terreno, es decir, delimitar los páramos de una forma irrefutable, incrementar las acciones contra la tala y minería ilegal, e igualmente fomentar la economía verde en las regiones. Para que me entiendan mejor, llegar con fondos de inversión para emprendimiento sostenible a la Colombia profunda.
Ganamos si el gobierno logra certificar la agricultura orgánica de los campesinos, lo que fortalecería las exportaciones bajo unos estándares de calidad del mas alto nivel y una competitividad a escala mundial. Con Biden podemos pensar en abrir canales para el ecoturismo, lo que significaría un impulso para reactivación de un sector al altamente golpeado debido a la pandemia.
Por último, y devuelta a la realidad, esperemos hasta el 20 de enero del 2021, fecha que pondrá fin a una era en la que el cambio climático no existió —al igual que las migraciones costeras debido al crecimiento desmedido del mar—, en la que un ocupante de la Casa Blanca pensó en comprar Groenlandia para la explotación minera y en la que iniciaron las exploraciones jamás vistas en Alaska.
Se va Trump son su arrogancia, dejando atrás una tierra más caliente y por supuesto a Melania. Su inoperancia frente al medio ambiente nos durará décadas.