Culmina la Peregrinación por la Vida y la Paz con el regreso tranquilo de las distintas delegaciones a sus lugares de origen. Llegaron a Bogotá los pasados sábado y domingo, cumpliendo así su maratónico desplazamiento desde lejanos rincones de la geografía nacional. Mujeres y hombres, muchos de ellos cargando en sus brazos niños pequeños, buscaron que el país supiera qué estaban haciendo en las regiones y cuáles eran los principales problemas que sufrían.
El principal de ellos, quizás el más elemental y más grave, es el de la seguridad para sus vidas. Así lo denunciaron a los cuatro vientos. 236 firmantes de la paz habían sido asesinados hasta su llegada a la capital del país. El miércoles, cuando empacaban todas sus cosas para partir, llegó otra amarga noticia. Janier Córdoba Paz, de 35 años de edad, firmante de paz acreditado, fue baleado fatalmente a las 10 y 28 de esa misma mañana en la ciudad de Buga, Valle.
El lunes 2 de noviembre las mujeres excombatientes habían representado una conmovedora instalación en la plaza de Bolívar. Una firmante de paz llevaba en sus manos el nombre de uno de los muertos, que ubicaba en el suelo debajo de varias flores, antes de tenderse en el piso en representación de esa vida exterminada. 236 de ellas, siguiendo el mismo guion, formaron un círculo que intentaba evidenciar que los muertos no pueden seguir siendo cifras.
Se trata de seres humanos que luego de haber luchado durante años con las armas en sus manos por un país mejor, optaron por la firma de un Acuerdo de Paz, dejaron sus armas y se aprestaron a reincorporarse en forma pacífica a la sociedad. Confiando plenamente en la palabra del Estado, que se comprometió a brindarles total protección y ayudarlos a salir adelante. Organizaron su vida de pareja, tuvieron hijos, soñaron con un futuro, pero los mataron.
En su recorrido los marchantes encontraron el abrazo de autoridades locales y gentes que los apoyaron
Y los siguen matando. No deja de ser simbólico que en la mañana del día miércoles, cuando caía asesinado por sicarios Janier Córdoba en Buga, el Alto Consejero para la Estabilización se hallaba reunido con la delegación de la Peregrinación, firmando un acuerdo en el que el gobierno nacional se comprometía a brindar garantías de seguridad a los excombatientes, así como a trabajar por la implementación integral del Acuerdo Final de Paz.
Se necesitó que fueran cercenadas 237 vidas y que la denuncia alcanzara escala internacional, para que este gobierno se decidiera a oírlos.
Hechos de sangre contra promesas oficiales. En dicha reunión también se expuso por el consejero Archila la disposición del presidente de la República a reunirse el día viernes, o sea hoy, a las siete de la mañana, con los peregrinos que reclaman por la vida y la paz, así como por el cumplimiento de lo acordado en La Habana. Se necesitó que fueran cercenadas 237 vidas y que la denuncia alcanzara escala internacional, para que este gobierno se decidiera a oírlos.
Seguro será una conversación interesante. El presidente Duque lleva semanas atacando frontalmente la Jurisdicción Especial para la Paz surgida del Acuerdo de Paz. Y se ha expresado en términos despectivos y ofensivos contra los reconocimientos de responsabilidad que los antiguos mandos de las Farc, en cumplimiento de su palabra empeñada en el Acuerdo, vienen haciendo ante el país y los mecanismos de verdad pactados en La Habana.
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El expresidente Uribe acaba de proponer un referendo para acabar con la JEP y despedazar, entre otros, los términos pactados sobre la reincorporación política de los excombatientes
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Y su máximo inspirador y oráculo, el expresidente Uribe, acaba, en concordancia con lo expresado por el primer magistrado de la nación, de proponer al país un referendo para acabar con la JEP y despedazar, entre otros, los términos pactados sobre la reincorporación política de los excombatientes. Por lo firmado por el alto consejero se infiere que el Presidente Duque recoge su beligerante discurso y se aparta de su mentor Uribe, o simplemente jura en falso de nuevo.
El gobierno nacional incurre en un grave error de cálculo. En sus cuentas, los un poco más de trece mil firmantes de paz son un porcentaje muy bajo de la nación, con problemas entre sí, dispersos por todo el país, desunidos en buena medida, y por consiguiente seres débiles a los que se puede burlar con facilidad. En su parecer no vale la pena tanta consideración con un grupo tan reducido, al que a lo más se le puede contentar con alguna eventual migaja.
Nunca ha podido entender la dimensión real del problema de la violencia y la guerra en el país. Un asunto que nos concierne a todos los colombianos. Y que envuelve cuestiones de atraso rural, exclusión política, falta de garantías al pensamiento alternativo, drogas ilícitas, inexistencia de justicia y reparación. Precisamente todo lo que el Acuerdo de Paz contempla al detalle. Y por lo que cuenta con el apoyo de una inmensa porción de la población colombiana.
Los firmantes no están solos. En su recorrido encontraron el abrazo de incontables autoridades locales y gentes que los apoyaron. El impacto de su peregrinación es enorme. Ojalá Duque lo piense.