El legado de Chávez con la diplomacia como arma política para expandir el pensamiento político no podido ser continuado completamente por Nicolás Maduro y hay varios países como Estados Unidos y Colombia que mantienen sus costosas sedes, pero no tienen embajador y han aceptado los nominados por Guaidó. En Asunción, Paraguay la embajada de Maduro quedó vacía después de que el presidente, entonces recién posesionado, Mario Abdo Benítez, rompió relaciones con su gobierno el pasado 10 de enero de 2019. El presidente de Honduras, por su lado, Alejandro Giammatei, cerró la embajada de su gobierno en Caracas, aunque no impuso ningún condicionamiento para el cuerpo diplomático venezolano en Tegucigalpa.
Desde el 2010 Chávez dejó instalada su red de embajadas y consulados alrededor del mundo que duplicaban la presencia diplomática de Colombia en el mundo.
El Chavismo le abrió las puertas de Caracas a embajadas de países como Sudan, la República del Congo, Nigeria, Senegal, Guinea Ecuatorial, Angola, entre otros. Entre 2008 y 2010, el chavismo abrió 6 nuevas embajadas en África.
Con más de 90 embajadas, Venezuela se posiciona como el tercer país latinoamericano más fuerte diplomáticamente después de Cuba y Brasil.
Es que solo en la Organización de Países Exportadores de Petróleo – OPEP, Venezuela estableció desde los lejanos años 60, estrechas relaciones comerciales, políticas, diplomáticas y económicas con 12 países de África y Medio Oriente. La OPEP fue un laboratorio en el que Venezuela descubrió el poder de la diplomacia petrolera, que muy bien supo utilizar el chavismo en sus mejores años y que mucho le ha servido al régimen de Nicolás Maduro para mantenerse en el poder sin importar las presiones que no merman. Y la cooperación siempre está en primera línea a las necesidades, incluso militares, de Venezuela.
En el discurso político de Chávez, heredado por Maduro, la cooperación Sur-Sur no fue una moda temporal, sino una constante prioridad. Su cercanía con Cuba, principal cooperante ante las tantas revoluciones victoriosas en África, con la OPEP, compuesta en su gran mayoría por países africanos y la preponderante distancia de Chávez con Estados Unidos, le dejaron varios aliados en el vecindario de Muhamar Gadafi, quien fuera socio y amigo cercano del expresidente venezolano.
Once países africanos tienen embajada en Venezuela, mientras en Colombia solo hay tres. Embajadas venezolanas hay en 17 países africanos mientras Colombia solo tiene presencia en seis países. Cada sede diplomática venezolana en dicho continente administra un relacionamiento comercial y cooperativo que gira en torno a la exportación de crudo venezolano, involucrándose estratégicamente en la natural dependencia de los gobiernos ante el petróleo para subsistir económicamente. Esto ha hecho que ninguno de los países africanos que sostienen relaciones con Venezuela, se haya pronunciado en contravía al régimen de Maduro y, por el contrario, tenga un mayor campo de acción en los eventos de requerir incidencia política como lo es con el caso de la captura de Alex Saab en Cabo Verde.
Esta cuidadosa construcción diplomática de la revolución bolivariana es la que aprovecha Maduro en momentos de crisis y urgencias como la que atraviesa en estos momentos para enfrentar el desabastecimiento de gasolina en su Venezuela y la necesidad de atajar la extradición de su socio en negocios Alex Saab, desde Cabo Verde a Estados Unidos.
El Presidente del país africano informó públicamente de presiones internacionales recibidas, aunque no mencionó naciones específicas, pero el trámite ha continuado su marcha. Lo último fue un triunfo para Alex Saab y Venezuela, después de que la Corte Suprema de Cabo Verde notificara no tener competencia para decidir sobre la eventual extradición a Estados Unidos, dejando en limbo el proceso jurídico que ha despertado gran atención a nivel internacional.
