De acuerdo con el informe anual que publica ONU, donde analiza la trayectoria de las emisiones a nivel global, se advierte que deberían disminuir un 7,6% cada año durante esta década para acercarnos al objetivo de limitar la temperatura media a 1,5 grados y evitar el colapso de las condiciones ecológicas que sostienen nuestra vida en el planeta. Se señala también que, globalmente, se planea producir un 120 % más de combustibles fósiles en 2030 de lo que sería consistente para no llegar a dicha cifra, y en el caso del carbón, un 280 %. Aunque muchos gobiernos diseñan complejos planes para buscar cumplir el Acuerdo de París, llamados “Contribuciones Nacionales Determinadas” (NDC), actúan de manera contraria al generar las condiciones que intensifican el modelo extractivo, la raíz de la crisis. Un doble discurso que ejemplifica muy bien el gobierno Duque: impulsa el fracking, nuevas termoeléctricas, minería a gran escala en Santurbán y Jericó, esconde cifras de deforestación (un escandaloso 83 % de aumento entre enero y marzo con respecto al mismo periodo de 2019), y en escenarios internacionales dice liderar "acciones para proteger la Amazonia” y querer “convocar a todas las naciones del planeta para que protejamos los ecosistemas de alta montaña".
El lunes 26 de octubre de 2020 a medianoche, vencía el plazo para comentar la actualización de las NDC colombianas, documento que debería marcar la agenda ambiental local en el futuro cercano, que exigía la participación y discusión amplia e informada de la sociedad, y que en cambio, reposaba escondido en el lugar más recóndito de la página web del Ministerio de Ambiente: tanto, que se necesitaba de un instructivo en video para encontrarlo. Según el documento, la meta actualizada para el periodo 2020–2030, en cuanto a energías fósiles, implica la incorporación de objetivos de eficiencia energética, tanto para la industria eléctrica, como para las fósiles, que evitarían 1,21 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (Mt CO2 eq.); y la gestión y aprovechamiento de emisiones fugitivas en la extracción de hidrocarburos ahorraría otras 3,24 Mt CO2 eq. Tal como se lee, “los valores exactos a los cuales se comprometerá el país están aún en el proceso de ser calculados”, pero la actualización colombiana se describe como, “mucho más ambiciosa que la propuesta en 2015”, e implicaría una reducción de 91,6 Mt CO2 eq., cifra que muestra el “compromiso” y que comprende el “conjunto de la economía nacional”.
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La actualización de las NDC colombianas reposaba tan escondido en la página web del MinAmbiente que se necesitaba de un instructivo en video para encontrarlo
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Estas cifras inciertas contrastan, por exiguas, con los planes de gobierno de los que no hablan las NDC: el fracking incorporaría reservas cercanas a los 9.000 millones de barriles y 10 TCF de gas, más de 3.800 Mt CO2 eq., y sumando el potencial de hidrocarburos que la ANH estima extraer en el Caribe, 9.000 millones de barriles, serían otras 3.000 Mt CO2 eq. El gobierno estima unas contribuciones de 91,6 Mt CO2 eq., pero al mismo tiempo quiere imponer la liberación de 6.800 Mt CO2 eq. a la atmósfera, 74 veces más de lo que las NDC pretenden evitar. Ante este pavoroso escenario, debe resonar la advertencia hecha por un nutrido grupo de voces desde la sociedad civil: juveniles, académicas, indígenas, negras y de organizaciones no gubernamentales, al alertarnos ante la “marginalidad, timidez e indefinición de las medidas” reflejadas en las NDC para enfrentar la crisis, fundamentalmente porque se “desconoce la relación de la crisis climática con la industria de combustibles fósiles" considerando la magnitud de los proyectos extractivos de carbón, hidrocarburos de yacimientos no convencionales y aguas ultraprofundas que se impulsan.
Si Colombia es, como advierten los mismos documentos oficiales un país altamente expuesto y sensible a los impactos del cambio climático, se debe tener claro que la adaptación, entendida como la preservación de nuestros ecosistemas, es una condición esencial para sobrevivir al futuro, y sobre todo, que está totalmente en manos del gobierno como mandato fundamental por encima de los intereses de los grupos económicos que lo eligieron. Como lo sugiere el comunicado, se debería tener la voluntad política para construir una estrategia estructural que combata las causas y las consecuencias de la crisis, con la urgencia y determinación que se requiere. En la misma declaratoria de “Voces por el clima” se alberga la esperanza, acciones invisibilizadas en los documentos oficiales, que viven en “las prácticas y cosmovisiones de cuidado y sustentabilidad que ejercen comunidades a lo largo y ancho del país, (…) los sistemas de conocimiento tradicionales indígenas y locales con estrategias vitales de mitigación y adaptación”, en los pueblos que se enfrentan a la lógica extractiva, que no esperan la buena voluntad de corporaciones o gobiernos abyectos y actúan con sentido de urgencia porque saben bien que no es momento de esperar, que si lo hacemos, la vida se nos seguirá escurriendo entre los dedos.
“Voces por el clima” alerta sobre la “marginalidad, timidez e indefinición de las medidas” reflejadas en las NDC -Contribuciones Nacionales Determinadas- para enfrentar la crisis