La contundente victoria de Luis Arce en las pasadas elecciones presidenciales de Bolivia es memorable. Y no solo porque permite que recupere el gobierno su partido, el MAS, el partido de Evo Morales, que ha cumplido a satisfacción la enorme tarea histórica de liquidar al estado neocolonial y racista y reemplazarlo por uno plurinacional y soberano, de sacar al 20 % de la población de la miseria y de emprender una estrategia de desarrollo económico sostenible opuesta a la defendida a rajatabla por los neoliberales, tan devastadora, tan nociva. La elección de Arce permite a Bolivia retomar este camino y recuperar el tiempo perdido durante el año que duró el gobierno “interino” de la golpista Jeanine Áñez. Queda por saber cuántos contratos lesivos de los interese nacionales del país habrá firmando con las multinacionales interesadas desde siempre en explotar despiadadamente la ingente riqueza minera del país, las estratégicas tierras raras incluidas. Y saber si el presidente recién electo puede deshacerlos sin exponer a Bolivia a esas demandas de cuantía multimillonaria que por regla general suelen perder los países del Tercer Mundo.
Pero la victoria de Arce es también memorable porque cuestiona seriamente el Informe de la auditoria ordenada por Luis Almagro, secretario general de la OEA, de las elecciones presidenciales de octubre de 2019, que dieron el triunfo por un estrecho margen a Evo Morales. El informe acusaba de fraudulento dichos resultados e invitaba a repetir los comicios, dando así munición de gran calibre a la apabullante campaña mediática que tanto en Bolivia como en el resto del continente llamaba a desconocer la victoria de Evo. Y proporcionó así el pretexto de que se valió el comandante de las fuerzas armadas bolivianas, el general del aire Williams Kaliman, para declarar públicamente que “sugerimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato presidencial”. Fue más que una sugerencia. Según testimonio de Álvaro Linera, entonces vicepresidente, los altos mandos militares que irrumpieron en el palacio presidencial le dieron a él y a Evo Morales a elegir entre un tiro y la renuncia. Como ninguno de los dos tiene vocación de mártir, renunciaron.
________________________________________________________________________________
Los resultados desmienten de manera contundente el desdichado informe de la OEA y las declaraciones en apoyo del mismo de Almagro
________________________________________________________________________________
Los resultados desmienten de manera contundente el desdichado informe de la OEA y las declaraciones en apoyo del mismo de Almagro. Luis Arce obtuvo el 55,10 % de los votos, casi doblando el 28 % de su opositor el derechista Luis Mesa y a distancia sideral de 14 % de los votos logrados por Luis Fernando Camacho, el líder neofascista que promovió la campaña de violentos disturbios callejeros que ambientaron el golpe de Estado que derroco a presidente Evo Morales. Cuyo candidato obtuvo 1.4 % más votos de los que él mismo obtuvo en unas elecciones que fueron cuestionadas por fraudulentas. Son datos que no encajan con el crédito sin fisuras que los medios hegemónicos conceden al insidioso secretario general de la OEA.
Son además una mala noticia para Juan Guaidó. En primer lugar, porque arrojan una sombra de duda sobre tantas declaraciones de Almagro a favor suyo, hechas con la intención de legitimar como representante de Venezuela en la organización panamericana a un enviado suyo. Uno más de esa frondosa diplomacia paralela y muy bien pagada que Guaidó ha desplegado en medio mundo, con el auspicio del presidente Trump y en interés de las multinacionales deseosas de recuperar el control del petróleo del país hermano. Para él es también una mala noticia porque critica de hecho su política de rechazar las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre porque, según él, serán manipuladas por el presidente Maduro. Evo Morales y el MAS podrían haber usado ese mismo argumento para negarse a participar en unas elecciones convocadas por la golpista Áñez. Pero participaron, aun contando con la posibilidad nada desdeñable que ella las manipulara. Y las ganaron. Lo hicieron porque piensan que los demócratas no pueden negarse a participar en unas elecciones simplemente porque las convoca tu adversario. Si temes el falseamiento de sus resultados, exige la supervisión internacional y no la intervención de una potencia extranjera.