Así ve el mundo a Colombia, cuando de educación superior, especializaciones, maestrías y doctorados, se trata. Y no es para menos. ¿Panorama? Seis tratados de libre comercio suscritos y una fallida reforma de la educación en 2011 (Ley 30), de ahí que el segundo tiempo de la era Santos enfrentará uno de sus mayores retos: el efecto de aquellos acuerdos en el sistema educativo colombiano.
¿Dónde estamos? Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), hay alrededor de 97 millones de estudiantes de educación superior de los cuales 7,2 millones cursan sus estudios de posgrados en un país distinto al de origen. Este dato permitiría afirmar que el mundo se culturiza más con el intercambio de conocimientos académicos y culturales.
Pero… mientras Chile, Panamá y Perú (con 17, 3,8 y 29,9 millones de habitantes, respectivamente) encabezan la lista de la región con hasta 16.000 estudiantes que realizan maestrías y especializaciones en el exterior, nuestro país tiene 5.000, superando únicamente a Ecuador, país que apenas hace dos años empezó a especializar a sus profesionales en el exterior y hoy cuenta con 4.000 estudiantes cursando algún posgrado.
Si bien estos países tienen al Reino Unido, Francia y Estados Unidos como los principales destinos para cursar sus posgrados, el 72 % de los colombianos elige a España como lugar para especializarse, muchos debido a la dificultad para manejar un segundo idioma, requisito vital que exige hoy el mundo para ser competitivos. De ahí, ¿cabe replantear la calidad educativa que están recibiendo en su pregrado los universitarios colombianos?
En países como China, Corea y Australia la atención de los gobiernos no solo se enfocó en el acceso y la cobertura, sino en la calidad. Esto les ha significado un progreso notable en la competencia laboral de los últimos años. Frente a esto, Colombia no supera la timidez: hay una baja cobertura (únicamente 22 de cada 100 jóvenes entre 18 y 23 años están hoy en algún programa de educación superior, solo seis avanzan a un posgrado), y apenas 5 % de los programas cuentan con una acreditación de alta calidad.
La internacionalización educativa, han llevado a naciones como Argentina, Estados Unidos y Canadá ha establecer diferentes tipos de institucionalidad, como acuerdos de franquicia de programas de educación superior, redes de instituciones y diversidad de convenios. A la vez, empresas de carácter nacional o multinacional ofrecen de manera directa educación no formal e incluso educación formal titulada. Colombia podría haber asumido estos modelos desde el inicio de la firma de los tratados, pero en las aulas se siente que esto no ha sido una prioridad.
Entre otras preocupaciones que nos asaltan a la hora de hablar de posgrados para el próximo cuatrienio está el temor de que se abandone el compromiso del Estado en cuanto a la educación como un servicio público y se pierda su papel protagónico. Es ahí donde se deben reclamarse resultados, facilidades de acceso y calidad para quienes busquen afrontar nuevos retos de formación académica en Colombia. Además es necesario exigirles a los “honorables colombianos” arrunchados en lo público un mayor compromiso frente a este panorama, donde quien decide cursar un posgrado se reduce a hacerlo “como pueda”.
Con toda la “alharaca” hecha por el gobierno, no cabe duda que ese 1,5 % anunciado como incremento para la educación en el Presupuesto Nacional para 2015 es una pena. Pero aún así, esperamos que este segundo periodo del gobierno Santos busque convertir las especializaciones, maestrías y doctorados en una punta de lanza para fortalecer las capacidades de los jóvenes. Estudiar en Colombia debe convertirse en una oportunidad constante para educarnos y abrirnos al mundo, no que el mundo nos excluya por no ser competitivos.
Mientras tanto, mientras se animan… el panorama no cambia: con los “cartones” abajo.
@josiasfiesco