Este mes, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) presentó el informe de Pobreza Monetaria y Multidimensional en Colombia 2019. La pobreza monetaria mide el porcentaje de la población con ingresos por debajo del mínimo de ingresos mensuales definidos como necesarios para cubrir sus necesidades básicas; y la pobreza multidimensional se calcula con el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), que mide los hogares con privaciones en cinco dimensiones básicas de bienestar: las condiciones educativas del hogar, las condiciones de la niñez y juventud, el trabajo, la salud, y los servicios públicos domiciliarios y vivienda. La pobreza monetaria es unidimensional y solo se concibe como la falta de ingresos. Por otro lado, la noción multidimensional define la pobreza como la ausencia de oportunidades o de acceso a unos mínimos de capacidades necesarios para el desarrollo de cada persona. Ambas mediciones buscan aproximarse al nivel de pobreza de la población, pero desde diferentes enfoques.
Estas mediciones se realizan bajo estándares internacionales, con el apoyo de expertos independientes y entidades del orden nacional e internacional. Las estadísticas se hacen públicas cada año y son la base más sólida para determinar si las políticas públicas adoptadas para disminuir la pobreza en el país, en los departamentos y las ciudades han funcionado significativamente. Lamentablemente las cifras no nos favorecen. Los resultados a nivel nacional no fueron los mejores, la pobreza monetaria aumentó de 34,7% en 2018 a 35,7% en 2019, en contraste con la pobreza multidimensional, que en el país fue de 17,5%, inferior a la de 2018 (19,1%). Hubo ciudades que jalonaron negativamente las estadísticas, entre esas Sincelejo, Riohacha, Cúcuta, Montería y tristemente célebre, Santa Marta.
Santa Marta es la quinta ciudad del país con la mayor tasa de pobreza monetaria, pasamos de 40.6% en 2018 a 44% en 2019, lo que presagia un completo desastre para las estadísticas del 2020 donde se tendrá en cuenta las consecuencias económicas de la pandemia. Las cifras arrojan que el año pasado pasaron a la pobreza aproximadamente unas 20.583 personas en la ciudad, dejando un total de 219.752 personas en situación de pobreza. Cabe destacar que para el año 2011, antes que asumiera Carlos Caicedo como alcalde, esta cifra estaba alrededor de 38,3%. Es decir, desde que el movimiento Fuerza Ciudadana ha tomado las riendas de la alcaldía distrital, la ciudad se ha empobrecido mucho más. Dentro de poco alcanzaremos a Quibdó, que a diferencia de nosotros viene disminuyendo sus cifras de pobreza. ¡Es un completo desastre!
Igual de preocupante es el aumento significativo en el índice de pobreza extrema, pasamos de 9% en 2018 a un preocupante 13,5% en 2019, lo que significa que otras 18.370 personas en la ciudad llegaron a esa lamentable condición, colocándonos como la tercera ciudad con peores cifras en el país, solo por detrás de Quibdó y Riohacha. Esto refleja el fracaso de las políticas públicas adoptadas por los últimos gobiernos locales. La ciudad cambió, sí, ahora somos más pobres.
Por el lado del departamento la cosa fue algo distinta, aunque no es del agrado de muchos, la administración de Rosa Cotes disminuyó significativamente las cifras de pobreza multidimensional en el Departamento, pasamos de 36,4% en 2018 a 31,6% en 2019. Aunque estadísticamente la pobreza disminuyó, la percepción de pobreza aumentó en el departamento.
Todas estas cifras son antes de la pandemia por COVID-19... la pospandemia seguramente arrojará números más escandalosos. La reactivación económica en la ciudad deberá ser radical y precisa para mitigar el descalabro económico y social que se viene sufriendo. En estos momentos tan críticos se necesita la afluencia de las diferentes fuerzas en el departamento, los gremios, empresarios, políticos, etc. Lamentablemente, el gobierno departamental no ha podido unir las fuerzas que le corresponden, por el contrario, el desgobierno y el revanchismo político es el pan de cada día. ¡Así es difícil!
Ñapa. En el Concejo Distrital de Santa Marta se discutió la problemática del agua en la ciudad, y la respuesta de los cabildantes fue aún más preocupante: no hay señales de ninguna solución. Qué difícil es la situación en la ciudad, “pobres y con el agua lejos”.