Ya de regreso al departamento del Cauca, más de 3000 indígenas que coparon Bogotá demostraron que los irrespetuosos y violentos son otros, y que ellos solo quieren parar el baño de sangre del que son víctimas. ¿Cómo les respondió Duque? Yéndose a Quibdó. Una aberración y un acto miserable de alto calibre. A tal punto que no solo los líderes de los indígenas y de la oposición política al gobierno reaccionaron, sino también un militar, que en la capital del Chocó expresó: “le dio la vuelta al malecón y se fue en menos de 10 minutos”.
Este gesto de menosprecio por los descendientes de nuestros ancestros es deplorable. Mientras que ellos con mucho esfuerzo y civismo se transportaron en buses y a pie, durante alrededor de 9 días, de Cauca a Bogotá, el presidente nunca les dio la cara y de ñapa se inventó un viaje exprés para terminar de exaltar la indignación. Y es que esto no es nuevo, es solo otra manifestación de la creencia del hombre blanco-criollo de que son los superiores y no pueden recibir en el Palacio de Nariño al grueso de la ciudadanía. Esto para ellos es sinónimo de mediocridad, bajeza y falta de templanza.
He aquí una oportunidad de mencionar al filósofo Emmanuel Lévinas, este inclina su pensamiento principalmente hacia la ética de la alteridad. Es el respeto hacia el otro la base de toda convivencia. No es por el contrario, como se ha observado y vivido en múltiples ocasiones, que quien tiene la fuerza, busca doblegar a sus diferentes y encasillarlos en un modelo homogéneo de vida. Y es que esto es lo que parece que buscarán con las fuerzas militares y la policía nacional, contrario a su finalidad, que es la protección de las libertades y el disfrute pleno de los derechos civiles, políticos, sociales, económicos y de género que tiene todo ser humano y que para lograr su gozo, deben hacerlo desde su alteridad.
En palabras de este filosofo oriundo de Lituania se trata de definir al otro sin someterlo a los poderes y dominio del yo, tomando en cuenta la significación ética de su corporalidad. Por consiguiente, y derivado de su persecución por ser judío por parte del nazismo alemán en el siglo XX, no hay otra salida para estrechar los lazos de los seres humanos quebrados por el egoísmo y por las dominaciones, que la compresión corporal de los otros, a través de una reflexión ética, que supera muchas veces el contexto.
Tal vez, por ejemplo, existan todavía colombianos que justifiquen las muertes de miembros de la comunidad LGBTI por su orientación sexual (como son evidenciadas en las declaraciones de un ex ministro), por ello, la reflexión ética anteriormente mencionada debe superar estas barreras, o al menos pretende hacerlo, para que las generaciones futuras no avalen o acoliten estos actos de ultraje, que menoscaban a los seres humanos y pretenden doblegar sus libertades a unos códigos ético morales irrisorios, obsoletos y denigrantes. Se forma al miembro de la fuerza militar y de la policía para no mirar los rostros de sus semejantes, no mirar sus diferencias, no comprenderlos, sino más bien, a suprimir su corporalidad y forma de ver el mundo.
Cuando matan mujeres dicen “quién la manda a vestirse así”, cuando matan a los líderes sociales dicen “quién los manda a ser guerrilleros”, cuando matan excombatientes dicen “quién los manda a ser narcotraficantes”, cuando matan lideres ambientales dicen “quién los manda a meterse en eso”... Cuando asesinaron a Dylan Cruz dijeron que era un “vándalo”, cuando asesinaron a Javier Ordóñez dijeron “quién lo manda a estar de borrachón” y cuando asesinaron a Juliana Giraldo dijeron “quipen la manda a ser travesti”... y recientemente “¿Quién lo manda a ser indígena?”
Es esta la oportunidad de que la ciudadanía despierte y no se deje engañar por centésima vez de aquellos politiqueros que en campaña, se visten de todo tipo de componente social para atrapar votos, Duque fue uno de los que se pintó la cara con los diseños de varios indígenas, y hoy los pintados en la cara fueron ellos. No dimensiona el gobierno, que estos gestos gestionan y profundizan la desigualdad y el racismo, sobre todo en un país donde este año ha sido el más sanguinario desde la firma de los acuerdos de paz en 2016 en Cartagena, entre las extintas Farc y el gobierno Santos, van 77 este año, y un total de 216 excombatientes asesinados en estos cuatro años.
También los líderes sociales comunitarios y que gestionaban procesos de restitución de tierras han sido asesinados ferozmente, citando a El Espectador, este año han asesinado 120 líderes sociales, y desde el 24 de noviembre de 2016,hasta diciembre de 2019, también han sido asesinados 342 más. Es decir, es un claro mensaje de grupos al margen de la ley en contra de la redistribución del territorio nacional, está mucho más equitativa que la manera en cómo se distribuye el territorio actualmente. Lastimosamente, esto no para, otro componente social afectado han sido los lideres ambientales, según una nota de El Tiempo, en 2019 asesinaron 64 líderes ambientales en Colombia, lo cual le dio el primer lugar en el escalafón de lugares más peligrosos para estos protectores de los ecosistemas en el mundo.
Lo que quiere decir que la falta de comprensión hacia los otros y su irrespeto vehemente conlleva a la legitimación de la muerte, el despojo y la segregación socioeconómica (que ahonda las cifras de la miseria y la muerte).