Entre la felicidad y el agotamiento

Entre la felicidad y el agotamiento

La cuarentena fue un arma de doble filo para muchas mujeres: aunque les permitió compartir más con sus familias, también les aumentó más las cargas

Por: Nathalia Fonseca
octubre 20, 2020
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Entre la felicidad y el agotamiento
Foto: Pixabay

Este 2020 es un año para nunca olvidar. La vida cambió completamente para todos. Muchos tuvieron grandes pérdidas, otros, por el contrario, encontraron una gran fuente de ingresos. Las cargas laborales, académicas, familiares y personales mutaron. ¿Fue entonces la pandemia algo positivo o negativo? 

Cuando se detectó el primer caso de COVID- 19 en Colombia, los compañeros de trabajo y yo hacíamos bromas e imaginábamos cómo sería trabajar desde casa. Teníamos claro que por ningún motivo el teletrabajo estaba dentro nuestras posibilidades. Sin embargo, este virus logró superar nuestra realidad. 

Era el primer día de cuarentena obligatoria, a las 7:00 a.m. ya tenía instalado el equipo de la oficina en la mesa del comedor de mi casa. Trabajé por 14 horas y solo hasta ese momento valoré la silla acolchada que tenía en la oficina. Me dolía la espalda, el cuello y la cabeza.

Además, cada vez que se sentaban a desayunar o almorzar, perdía 30 minutos de trabajo. Mi cerebro no estaba acostumbrado a este tipo de distracciones. La oficina siempre estaba en silencio y tenía mi espacio libre de la tentación de un pocillo de chocolate con pan. Ahora todo había cambiado. 

El trabajo se triplicó. La señora que me ayudaba a cuidar a mi bebé, a cocinar y mantener ordenada mi casa no podía volver por seguridad de todos. Mi esposo estaba en casa todo el día y mis clases ahora eran virtuales. 

En principio todo era maravilloso, siempre había soñado con poder trabajar desde la comodidad de mi hogar: estar con mi bebé y no tener que coger TransMilenio. No obstante, pronto la realidad me empezó a pasar factura. Por más que madrugara y me acostara a la madrugada, el tiempo no me alcanzaba. No era productiva en todas mi laborales y eso empezó a afectar mi estado de ánimo. 

Sin embargo, la tristeza duraba hasta que una pequeñita y hermosa personita me miraba y me decía "má”, mientras sonreía y me abraza. Ahí se me quita el cansancio y continuo… 

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