La lección boliviana, el MAS regresa al poder

La lección boliviana, el MAS regresa al poder

Como indicaban las encuestas, Luis Arce, candidato del Movimiento Al Socialismo, ha logrado una contundente victoria electoral en Bolivia. Una mirada

Por: Emilio Lagos Cortés
octubre 19, 2020
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La lección boliviana, el MAS regresa al poder
Foto: Twitter @LuchoXBolivia

Con un 52% de los votos ha vencido a los candidatos de la derecha, obteniendo la presidencia en primera vuelta. Tal victoria implica el regreso al poder por parte del proyecto político dirigido por Evo Morales, y desvirtúa la idea de que el año pasado el MAS habría cometido un fraude para darle la victoria a Evo; en esta ocasión los votos del MAS son superiores en número a los obtenidos en octubre del año pasado.

Sin duda, la razón fundamental del éxito del MAS radica en que, durante sus años de gobierno, en cabeza de Evo Morales, se gobernó para la mayoría del pueblo boliviano, fundamentalmente los más pobres; pero también se le dio estabilidad tanto a la economía como a la política bolivianas. Entre los años 2000 y 2006 hubo seis presidentes; en tanto que entre 2006 y 2019 solo uno, Evo Morales.

Morales provechó el boom de las materias primas, su economía creció más que el promedio de América Latina; basándose en la nacionalización de empresas y el fortalecimiento del sector estatal. Comparada la situación desde el inicio hasta el fin del gobierno de Morales, el desempleo pasó del 8 al 4 por ciento, la pobreza descendió del 38 al 17, el salario mínimo subió de 54 a 296 dólares, el PIB per cápita pasó de 1.037 a 3.589 dólares, y el PIB de 9.500 a 40.0000 millones de dólares. La clave de todo fue la nacionalización de los hidrocarburos en 2006, lo que generó las divisas con las que se desarrolló su política económica. En 2018 Bolivia tuvo superávit en su balanza comercial, es decir, exportó más de lo que importó.

Queda claro que el respaldo electoral de la mayoría de los bolivianos al MAS se debe a una excelente gestión económica que les proporcionó a los ciudadanos un marco para comparar sus condiciones de vida bajo una economía de modelo neoliberal y otra bajo el modelo económico progresista. Y para los bolivianos resultó evidente que es mejor vivir bajo gobiernos progresistas; mucho más cuando el golpismo quiso desmontar ese modelo económico, e implementar las privatizaciones en el escaso año de gobierno de facto.

Para el progresismo colombiano tiene más importancia la enseñanza política que implica el retorno del MAS al poder en Bolivia. Ha quedado claro que se debe, y se puede, ganar en primera vuelta. Ya México, con López Obrador, y Argentina, con Alberto Fernández, habían mostrado eso. Las fuerzas progresistas, con un único candidato, pueden ganarle a la derecha que llega dividida a la primera vuelta, con varios candidatos. Una simple suma de las votaciones de Petro y Fajardo en la primera vuelta de la pasada elección presidencial lo demuestra: 48% de los votos contra 39% de Duque-Uribe.

La derecha, tratando de dirimir quién se queda con la mejor parte de la torta del presupuesto estatal y quiénes recibirán las migajas, es incapaz de llegar unida a la primera vuelta. Los diversos sectores del establecimiento que creen tener posibilidades de acceder al poder, definen eso en la primera vuelta, luchando entre ellos. Pero superada la primera vuelta, y viendo en la izquierda una amenaza a su poder y posición, todos se unen para apoyar a su candidato en segunda vuelta, aceptando los derrotados que, hasta la siguiente elección, serán vagones de cola de quien ganó en primera vuelta.

Para los sectores alternativos y progresistas en el 2028 resultó imposible actuar bajo esa misma lógica, habiendo pasado Petro a la segunda vuelta, los demás candidatos alternativos optaron por el voto en blanco para no parecer demasiado izquierdistas.

Ahora que se aproxima la elección de 2022, parece más que evidente que si los sectores alternativos y progresistas no logran llegar unidos a la primera vuelta, una vez más se esfumarán las posibilidades de acceder al poder. No se debe apostar a que de una primera vuelta salga un candidato alternativo al que se apoye en segunda vuelta. Primero, porque no es seguro que quienes queden por fuera de la carrera apoyen a quien pase a la segunda vuelta, ya pasó; y segundo, porque puede ocurrir que no haya segunda vuelta, bien sea porque la derecha gane en primera vuelta o porque pasen dos candidatos del establecimiento a la segunda ronda.

Se hace necesario que los sectores alternativos, más allá de egos y aspiraciones particulares, actúen pensando de cara a ganarle el poder al establecimiento, y ello demanda llegar a la primera vuelta con un candidato único que pueda ganar en primera vuelta. Por tanto, una consulta interna antes de la primera vuelta es una necesidad.

Bolivia enseña dos cosas, que una buena gestión de la economía, rompiendo el modelo neoliberal, asegura el apoyo mayoritario de la población, incluso con golpe de estado de por medio; y que, para ganar, hay que hacerlo en la primera vuelta. Hay que aprender de la lección boliviana.

Adenda. Quienes nada dijeron por aglomeraciones en los días sin IVA o en las estaciones de TransMilenio hoy están muy preocupados por las concentraciones de personas durante la minga indígena, ¡¡¡opiniones sanitarias guiadas por criterios políticos!!!

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