Era la medianoche y no había resultados oficiales de las elecciones presidenciales en Bolivia. Pero a falta de ellos, la presión de políticos y ciudadanos logró lo esperado: un resultado contundente con encuestas a boca de urna. Luis Arce, el delfín político de Evo Morales, con más del 50 % de los votos es el nuevo presidente. La fórmula con el excanciller David Choquehuanca, que impuso en enero el dedazo de Evo, resultó ganadora. Once meses de incertidumbre política podrían haber pasado la página.
La presidenta interina Jeanine Añez reconoció que no es el cómputo oficial pero “por los datos con los que contamos, han ganado la elección”. Las encuestas, en efecto, no dejan lugar a duda. Ciesmori para las cadenas de televisión Unitel y Bolivisión da 52,4 % de los votos a Arce del Movimiento al Socialismo (MAS), seguido por Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana (31,5 %), y Luis Fernando Camacho de Creemos (14,1 %). La encuesta de Tu Voto Cuenta difundida por la televisora Cadena A prácticamente maneja el mismo resultado: Arce 53 %, Mesa el 30,8% y Camacho el 14,1.
El gran ganador de la elección es, desde luego, Evo Morales Ayma. Desde Buenos Aires, donde está refugiado, manejó la campaña a través de Twitter con el espacio que le dio el presidente Alberto Fernández -no obstante las limitaciones de su estatus de refugiado político- a lo que sumó el apoyo del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación que le dio oficina en la sede del barrio de San Telmo. Desde allí impuso sus candidatos, desde allí se mantuvo en contacto permanente con su partido.
El respaldo de Fernández para la realización de las votaciones en Buenos Aires fue fundamental y la condición sine qua non para que 2,2 por ciento del padrón electoral que se radica en Argentina (160.000, aunque Añez en septiembre inhabilitó 21.000) y el 83,37 % de él en la capital pudieran acudir a las urnas en 24 puestos colocados en centros educativos. Días antes de la elección ya algunos observadores habían previsto un resultado como el que se dio anoche con base en cálculos de las últimas encuestas del 8 de octubre, el último día permitido para difundirlas. Como esos sondeos no tenían en cuenta el voto en el exterior, habría que sumar, por ejemplo, la casi totalidad de los bolivianos residentes en Buenos Aires porque en las tres últimas elecciones entre el 82 % y 92 % de sus votos depositados fueron para el MAS. A falta de datos oficiales, no es difícil suponer que esos analistas no se equivocaron en sus apreciaciones.
"Volveremos y seremos millones", dijo Evo cuando impuso a Arce como candidato
“Volveremos y seremos millones”, fue la frase repetida sin pausa Morales, desde que salió de Bolivia tras dimitir a la presidencia el 10 de noviembre pasado. Hoy Evo y el MAS han regresado. La profecía se ha cumplido. El arquitecto de la transformación de Bolivia ganó el gran desafío de este año. El otro fue el del cáncer de riñón. "Hemos recuperado la democracia y hemos recuperado la esperanza", dijo Arce, visiblemente emocionado.” Vamos a construir la unidad”.
Más técnico que político, Lucho es del círculo íntimo de Morales, con él buscó el exilio en México, con él se refugió en Buenos Aires, bajo su ala ha llegado a la más alta posición de su país. Aparte de los duros del MAS, Arce logró conquistar el favor de la clase media y los bolivianos moderados, que lo ven como el ministro estrella que los acercó el bienestar, ajeno a los duros enfrentamientos políticos.
A sus 56 años, hijo de los maestros de escuela creyó encontrar la salida a su pregunta sobre la pobreza en contravía de los grandes recursos de su país en los partidos socialistas a los que se unió después de haber estudiado Economía en la Universidad Mayor de San Andrés y haber ido a Coventry en Inglaterra para hacer un posgrado en la Universidad de Warwick. Hoy cita de corrido a Marx y Engels, aunque todavía hay algunos, que lo consideran un neoliberal que no ha salido del clóset.
Quizá porque estuvo 19 años en el Banco Central de Bolivia con un libreto ortodoxo de presupuestos equilibrados, que llevó las reservas a USD 15.000 millones, uno de los niveles más altos del mundo en relación con el tamaño de la economía. Lo dijo en FMI. De la inflación se dijo que “ha sido contenida a niveles que mantendrían a Milton Friedman descansando en paz en su tumba”.
La bonanza de los hidrocarburos le ayudó, las multinacionales de energía también, pagando 32 % más en impuestos y regalías, y las ventas de gas a Brasil y Argentina hicieron otro tanto. Tasas de crecimiento de alrededor del 5 % desde el 2006 son la joya de su hoja de vida, en la que se lee ministro de Economía del 2006 a julio del 2017, y desde enero hasta noviembre del 2019, en los tres periodos presidenciales de Evo Morales. Los meses de receso se deben al cáncer que lo llevó a Brasil a buscar la cura de su enfermedad. El ministro, conferencista de Columbia, Harvard, Georgetown, Chicago, encontró entonces el apoyo de su esposa Lourdes Durán, subgerente regional de banca, empresas y pymes en el estatal Banco Unión.
La campaña fue un “todos contra Lucho”, que Arce manejó sin estridencias. El fantasma de la segunda vuelta se espantó en la medianoche del 18 de octubre.