Leyendas como Leandro Díaz y Rafael Escalona solo necesitaron del ron para soportar noches enteras cantando de pueblo en pueblo que recorrían en antiguos jeeps destartalados a causa de las trochas. Los viejos juglares vallenatos no esperaban que un género primitivo aterrizará con tal fuerza a las demás regiones del país pero nunca imaginaron que las drogas fueron la decadencia de lo que con tanto esfuerzo construyeron.
En los años 80 el ron no fue suficiente para la nueva ola del vallenato. La cocaína se convirtió en la nueva moda, causaba un mejor resultado que el alcohol, los artistas era eufóricos en tarima y no perdían el conocimiento como lo hacía el alcohol. Lograban hacer de a tres shows o más por noche.
Juan Carlos Ovalle, compositor y acordeonero, culpa a los salseros de imponer la moda de la cocaína en el vallenato. En aquel entonces llegaban al Parque de la Leyenda Vallenata ofreciéndola asegurando que drogado se tocaba mejor. Alfredo Gutiérrez declara que nunca ha consumido pero culpa la drogadicción de sus compañero a la época de la Bonanza Marimbera en La Guajira. Él mismo presenció cuando en orgías, las mujeres más bellas pervertían a los artistas convenciéndolos de probar cocaína y ellos terminaban aceptando solo para estar con ellas.
Gabriel Chamorro, cantante de los Hermanos Zuleta en los años 70, ahora es un indigente por culpa de las drogas. Se le encuentra fácilmente deambulando por las calles de La Heroica cargando su viejo acordeón a la espera de la limosna de turistas que todavía lo recuerdan y lo siguen aclamando. En el 2013, Rodrigo Rodríguez, el acordeonero ganador de un Grammy, contactó a Chamorro para hacer un tema quien aceptó de inmediato. Después de recibir una cuantiosa suma de dinero por su aporte el compositor desapareció y volvió a sus andanzas. Ni la música lo enderezó.
Diomedes Díaz, no acabó como Chamorro, pero su prometedora carrera estuvo marcada por su vida desordenada a causa de su adicción al alcohol y drogas. El episodio más oscuro del Cacique de la Junta fue sin duda la muerte de Doris Adriana Niño. El único pecado de la joven fue estar perdidamente enamorada del cantante, una noche no pudo negarse cuando la invitó a una parranda en su lujosos apartamento en Usaquen en Bogotá, Doris Adriana no salió con vida. Diomedes alcoholizado y alucinando no recuerda el curso de aquella fatídica noche, la mezcla de drogas que consumía constantemente y de las cuales abusó aquel día lo condenaron por siempre. Nunca volvió a brillar, se le fue la vida huyendo de la justicia para terminar pagando una condena en la cárcel y jurándole a su fanaticada que no era un asesino.
Julián Rojas solo tenía 20 años cuando se coronó Rey del Festival de la Leyenda Vallenata en 1991 derrotando a su corta edad a Juancho Rois el favorito del público y además el acordeonero de Diomedes Díaz. Con su triunfo, vino el reconocimiento, artistas los invitaban para que amenizara las parrandas al son de su acordeón, ahí conoció las drogas precisamente el ‘periquito’ como lo suele llamar. Rojas tocó fondo, el dinero que le dejaba su acordeón lo consumía y su adicción le pasó factura. Su nombre dejó de sonar, su fama se la robó otro rey vallenato, abandonó las tarimas para sumergirse en una calle sin salida en el Bronx de Valledupar al que entraba y salía a diario. Rojas pasó siete veces por centros de rehabilitación pero ninguno le funcionó. En las últimas semanas se especuló sobre su salud, un video que se hizo viral se veía a Rojas drogado y aunque eran imágenes viejas confesó que 29 años después de coronarse Rey Vallenato sigue luchando con el monstruo de las drogas.
Hay quienes lograron salir del mundo de las drogas no sin antes andar por un espinoso camino como fue el caso del acordeonero Wilber Mendoza Zuleta, hijo del compositor Nicolás ‘Colacho’ Mendoza y Fanny Zuleta el recordado matrimonio en el que Rafael Escalona se inspiró para crear su legendario tema “El matrimonio de Colacho”. A Wilber poco le importó el legado musical de su padre ni las veces que lo vio amenizar las parrandas de Gabriel García Márquez o de Belisario Betancur.
Fue un reconocido compositor vallenato del que prefiere no acordarse, que le insistió para hundirse en las drogas que luego le harían desinteresarse por el acordeón y fastidiarse de su conjunto. Años después de su lucha, su única solución fue huir de Valledupar y recluirse en un centro de rehabilitación en Bucaramanga. A diferencia de Gabriel Chamorro y Julián Rojas, Wilber Mendoza superó su adicción para coronarse Rey Vallenato 2013.
Farid Ortiz, conocido como El Rey de los Pueblo, corrió con el mismo destino de su amigo de infancia Wilber Mendoza, su habilidad como compositor le dio un fama que jamás pensó alcanzar al provenir de una familia pobre del municipio de El Paso, Cesar. El dinero y el alcohol le llovía mientras que las mujeres lo asediaban. Por recomendación de un colega pasó de consumir ron a probar con drogas para rendir más en el escenario. Se prometió que solo lo haría cada quince días, pero se convirtió en un vicio que le trajo ansiedad. La cocaína y el bazuco eran sus preferidas. Perdió a su familia cuando empezó a llegar a su casa desaliñado, mal vestido y apestado a mortecina. Veinte años de adicción hizo que su estado de salud empeorara y lo tuvieron que internar en un centro de rehabilitación. Hoy cumple quince años limpio.
Juancho De La Espriella corrió con la misma suerte cuando se desintoxicó después de ser un adicto a la cocaína durante diez. El ex acordeonero de Silvestre Dangond bebía alcohol en exceso y consumía drogas desde los jueves hasta que el cuerpo le aguantara. La cocaína lo ayudaba a sentirse activo pero empezó a probar todo lo que le pusieran de frente, ese desenfrenado estilo de vida lo convirtió en un músico irresponsable que ya no le importaba incumplir con sus compromisos. Entre semana la culpa lo invadía y recaía en una terrible depresión que lo llevó afrontar una crisis que lo desestabilizo emocionalmente y le impidió tocar el acordeón como antes. Dos años le costó recuperarse de su adicción, De La Espriella se convirtió al cristianismo y asegura que fue la fe que lo apartó de ese oscuro camino. Sin embargo, hay quienes aseguran que su estilo de vida le costó su unión con Silvestre Dangond.
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