Por fin, después de décadas de estudios y plata perdida, está próxima a iniciarse la construcción del metro de la capital de Colombia.
Al margen de la discusión tecnopolítica y financiera que ha habido alrededor de esta histórica obra, hay un tema de vital importancia para los bogotanos en torno al empleo: se van a generar millares de trabajos para distintas profesiones y perfiles, tanto de mano de obra calificada como no calificada.
Además, la ingeniería nacional deberá acompañar las directrices que ordenen los técnicos chinos como directores y ejecutores de esta magnánima obra y tendrá una nueva oportunidad de demostrar que está a la altura de las responsabilidades que en otras obras nacionales no han tenido.
En este contexto, es de vital importancia que el empleo que se genere sea una oportunidad laboral para los bogotanos de todos los perfiles y formaciones. Y para ello deben haber políticas claras y transparentes de parte de la empresa Metro y de los chinos para que la vinculación de estos potenciales trabajadores sea lo más democrática posible y ajena a intereses clientelistas de la clase política que gobierna la ciudad.
Para ello la participación ciudadana a través de las veedurías ciudadanas y demás organizaciones sociales y laborales es determinante para que se les dé oportunidad a todos los aspirantes a un trabajo sin intermediarios políticos, ni de ninguna otra forma de influencias.
Ya la ciudad ha visto cómo la alcaldesa se la jugó a quienes se inscribieron a la plataforma Talento no palanca para obtener una oportunidad laboral con el distrito de Bogotá: la realidad ha demostrado que menos del 2% del total de contratados en el distrito han salido de esta plataforma.
Así pues, de este modo ella se podría reivindicar con la ciudad y hacer de esta construcción una oportunidad laboral para todos, sin distinción ni práctica clientelista alguna.