El día que jugó la Selección Colombia contra Venezuela, en el inicio de la eliminatoria mundialista, Pasión de Gavilanes, una producción del 2003, marcaba 17 puntos de rating. Petro el Escamoso, hecho en el 2001, marcó más de 12 puntos. Debido a la pandemia las producciones colombianas televisivas están detenidas. Así que los canales están recurriendo al reencauche. A Pasión y el Escamoso se suman Marbelle, Diomedes, Rafael Orozco y ahora, por quinta vez, Betty la Fea.
Lo que preocupa e indigna es que de esas regalías que reciben los canales los actores, a los que les están explotando la imagen, no les llega un peso. Todo por un acuerdo al que llegaron con los actores las programadores en 1992 a raíz de los apagones de la Era Gaviria, resultado de la intensa sequía que vivió el país debido al Fenómeno del Niño. En esa época las producciones también se detuvieron debido a la falta de energía. Las programadoras quedaron atrapadas en una crisis y aprovecharon para llegar a un acuerdo con los actores. Desde entonces se quedan con la Parte del León.
El no cobrar regalías es un golpe durísimo para los actores. Ya no existen producciones que exijan rodajes de más de 6 meses como sucedía antes. Las series constituyen un cambio en la manera de rodar en el mundo. Nadie se aguanta ya una historia que dure 180 capítulos. Por lo general se hacen rodajes de 3 meses y los actores deben ahorrar todo lo que puedan porque nadie garantizar un trabajo a largo plazo.
Lo terrible es que la gente crea que los actores consiguen grandes fortunas en Colombia. Esto pasa en países como Estados Unidos en donde sí reciben regalías las estrellas por cada película que vuelven a pasar o las series que no paran de emitirse en las plataformas y el Cable. Si en realidad queremos y apreciamos a nuestros actores esta ley debe imponerse: la de que Caracol y RCN y cualquier otra plataforma de Streaming, les pasen dinero a las estrellas por la explotación de su imagen. Una de las cosas por las que la televisión en Estados Unidos está viviendo una edad de oro es precisamente porque los actores acumulan fortunas que les permitan ser productores ejecutivos. Necesitamos actores que puedan vivir dignamente de su arte.
Hay casos de tipos muy inteligentes, brillantes como Miguel Varoni, que se fueron a tiempo del país y emprendieron una carrera en Estados Unidos. Pero gigantes como Marlon Moreno deben rebuscárselas para poder vivir de la actuación. El camino no debería ser el del exilio. Los canales ya deben dejar de quedarse con la parte del León y aprender a repartir sus ganancias para las verdaderas y únicas estrellas: los rostros que vemos en la pantalla.
