Eliseo Arango Ramos fue otro de los grandes líderes chocoanos en el siglo XX. A pesar de ser uno de los hombres claves para que el Chocó se convirtiera en departamento en 1947, actualmente se encuentra olvidado e ignorado, y es desconocido por las nuevas generaciones.
Todos chocoanos (negros, blancos, mulatos e indígenas) lucharon por su autonomía política regional para el paso de provincia caucana a intendencia nacional y luego de intendencia a departamento. Los testimonios escritos que reposan en los archivos históricos son irrefutables de una lucha centenaria de tres generaciones de chocoanos. Sin embargo, por la mitología que se estructuró, se desconoce el rol que desempeñaron personajes como el grupo de conservadores Los Leopardos, quienes fueron claves en la reforma constitucional y en el proceso de aprobación de la ley, tanto en Cámara como en el Senado, para que la intendencia del Chocó fuera elevada a la categoría de departamento.
Un grupo de estudiantes universitarios godos de provincia que a partir de 1920, conformado por Eliseo Arango Ramos, Augusto Ramírez Moreno, José Camacho Carreño, Joaquín Fidalgo Hermida y Silvio Villegas. Fueron cinco privilegiados del talento, de la pluma y la elocuencia. Un selecto grupo jóvenes godos con tendencias nacionalista que dentro del Partido conservador rechazaron el caudillismo de Laureano Gómez, pidiendo a los conservadores abandonar la política negativa de oposición sistemática y propusieron presentar programas claros que sustituyeran las propuestas de los liberales.
Una de las figuras destacadas fue Eliseo Arango, un crítico de la forma de hacer política de Laureano Gómez. Por supuesto que manifestó repugnancia sobre las tácticas de su forma de hacer oposición al decir que “el odio personal no puede ser la política de un partido de la grandeza del partido. El odio personal es la actitud de un individuo, pero no debe ser la política de la colectividad”
Un hombre nacido en Bagadó, en 1900 y murió en Bogotá en 1977. Cursó el bachillerato en el Instituto Universitario de Caldas, en Manizales, derecho en la Universidad Nacional y se especializó en ciencias económicas y sociales en las Universidad de la Sorbona en París. Fue dos veces ministro de Educación (en 1930 y de 1948-1949), ministro de Relaciones Exteriores (de 1949 a 1950), embajador en la ONU (de 1950 a 1952) y en Bélgica (en 1961), representante a la Cámara, senador de la República y profesor universitario.
Durante su trayectoria política se destacó como uno de los grandes ideólogos del Partido Conservadory, desde luego, uno de los líderes políticos chocoanos más importantes en el siglo XX. Fue un ideólogo agudo y estudioso, pero poco figurón, un humanista dotado de una vasta cultura política, jurídica, económica y literaria y, desde luego, con una extraordinaria oratoria grecoquimbaya.
Silvio Villegas, su compañero en el Colegio en Manizales, en una entrevista en el Semanario El Sábado en 1943, describió la personalidad de Arango, “participábamos lecturas e inquietudes, en mi caso hasta los 18 años mi tendencia fue hacia la anarquía, la Eliseo Arango hacia el orden, su severa dialéctica ha sido para mí un camino de oportunas rectificaciones”. Eliseo ha sido un gran hombre memorable para la república, que dentro de un partido de gobierno hubiera sido Presidente de la República, como expositor y como dialéctico es superior a Dario Echandia”.
El mismo Arango en una entrevista dijo: "ko que nos animó a formar el grupo fue el prejuicio, muy difundido en la universidad, de que las ideas conservadores eran atrasadas, mandadas a recoger. Queríamos, entonces, darle una fisonomía intelectual al Partido Conservador, presentándolo como amigo del progreso, de la cultura, de la civilización. Eso no significa que tuviéramos todo el mismo concepto sobre los hombres, los hechos, las ideas. Teníamos nuestras diferencias, pero sabíamos zanjarlas".
Para Antonio Álvarez Restrepo, Eliseo Arango fue “la inteligencia temperada de su grupo político, sutil y agudo, su actividad predilecta ha sido la de explorar las tesis y las doctrinas que ha encontrado en sus lecturas innumerables”. “Escucharle en una de sus exposiciones sobre temas que le han apasionado es asistir a un espectáculo fascinante. Arango sabe descomponer las imágenes y describir el contorno de las ideas en forma tal que el interlocutor pueda apreciarlas como si las viera a través de un caleidoscopio encantado. Letrado hasta los tuétanos su capacidad para juzgar un autor, un libro, un discurso, es asombrosa”
En el proceso de aprobación de la ley que creó el departamento del Chocó, fue el hombre orquesta que estuvo detrás de las decisiones del gobierno de Mariano Ospina Pérez, y de su bancada de congresistas para estructurar las mayorías parlamentarias que votaron afirmativamente la ley. De hecho, cuando se revisan con serenidad y paciencia, los Anales del Senado de la República, se concluye que Arango fue quien lideró el apoyo de la bancada de congresistas del gobierno de Ospina Pérez para que votaran afirmativamente la ley
Fue ministro de Educación a los 29 años y su visión sobre la transformación de la educación que tenía desde sus planteamientos en el grupo de los Leopardo, quedan bien consignadas en sus Memorias al Congreso en 1930, como ministro de esa cartera al final del gobierno de Miguel Abadía Méndez.
En estudio sobre la educación en Colombia en el siglo XX 1.900-1.980, que elaboraron Omar Gómez Marín, Idilio Urrego Giraldo y Sergio Gómez Restrepo, para optar título de especialistas en administración educativa, en la Universidad de Antioquia en 1.982, hacen un análisis sobre la visión del exministro Arango sobre la educación colombiana. Dicen: “En forma clara y descarnada describe los "gravísimos problemas que afrontaba la educación en el país, y fustigó a quienes consideran vanos e infecundos "los propósitos de transformación fundamental de los institutos de enseñanza pública”.
Señaló “cómo la escuela primaria y la universidad se hallan desconectadas de la vida activa y en un medio ajeno a su época”. "En la escuela el método de deformación mental se acentúa por el recargo de lecciones de texto. El niño mira el edificio como un lugar de tedio, y los libros son grilletes de su inteligencia, pues en vez de enseñarle a discurrir, a observar, a comparar, a juzgar, los atrofia y nivela lastimosamente".
"Es necesario que el país no se siga engañando con una oficina que lleva el nombre de Ministerio de Educación Nacional. Lo que principalmente existe es un despacho encargado de suministrar recursos para las leproserías, sanidad y beneficencia, y que tiene modestos aportes para la enseñanza pública” (…) el pensamiento pedagógico se paralizó definitivamente en la actual ley orgánica que tiene más de un cuarto de siglo de expedida. Mientras tanto el mundo ha marchado una impetuosa corriente de renovación cada vez más amplia, más de acuerdo con la naturaleza del hombre. Pudiera decirse que en cada instante la fisiología, la historia, la biología, la psicología, etc., descubren nuevos continentes, fuentes fertilizadoras del progreso humano, aplicables a la educación. Sólo entre nosotros hay el prejuicio denso, espeso, de que en estas materia s cualquier innovación perjudica y que nuestra ley todo lo ha previsto y todo lo contiene” (…) "Si el Estado no estimula, no crea sus colegios modelos de segunda enseñanza, no cumple un deber fundamental (…) Hoy dicha enseñanza se facilita para las clases pudientes, mientras que la gente de mínimos recursos no puede satisfacer esa legítima ambición".
Fue más allá cuando hizo referencia a la educación universitaria: "Respecto a la universidad me limito a deciros que no es hoy el campo de experimentación científica que todos anhelamos. No hay allí una intensa movilidad de pensamiento, la vibración impetuosa que se verifica bajo el impulso renaciente de las ideas. El fin de preparar una élite director a nunca se realiza, y pudiera decirse que más bien se trata de crear cansado s burócratas. La universidad propulsora, centro de irradiación constante, no existe. El universitario es un hombre sin conexiones con la vida nacional. El país necesita de una minoría intelectual infatigable en la labor creadora”. Concluyen que “estos planteamientos del ministro Arango resultaron de una contundencia irrefutable”, dado que “tenían la intención de remover las apacibles actitudes de los congresistas en torno al caos que se enseñoreaba en el sector educativo”. Es claro que pese a su militancia en un partido tradicional tenía una visión clara sobre las reformas y los cambios estructurales en materia de educación en el país.