Lo más duro de dejar el apartamento del Chico en Bogotá fue embalar sus libros. A los 78 años y después de una vida plagada de escándalos y traiciones, Alberto Santofimio Botero está convencido que los únicos amigos fieles que le quedan son esas hojas amarillentas y tostadas por el tiempo. Eran más de 10.000 ejemplares: poesía, teoría política, novelas, biografías, una biblioteca que cubría 300 metros cuadrados del piso al techo del valioso apartamento en el conjunto Museo al norte de Bogotá.
Santofimio empezó a coleccionar libros raros y costosos desde que tenía 34 años, en 1974, cuando fue designado por el entonces presidente Alfonso López Michelsen Ministro de Justicia y por lo demás enfrentó el primer escándalo de corrupción. Armado de su gran oratoria no solo superó el impasse sino que lo aprovechó para lanzarse al senado y transformar la adversidad en oportunidad. Empezó la campaña estando detenido y logró la curul que ocupó una vez obtuvo su libertad. Un ingrediente más para sentirse invencible. De esa acusación salió absuelto.
Pero esos libros envueltos en plásticos, sepultados en cajas, eran el símbolo de su derrota final.
Hace poco más de un año, en marzo del 2019, los había ofrecido a la familia de Luis Carlos Galán como parte de la reparación de $ 1.790 millones de pesos tasada por la justicia como parte de su condena por el asesinato de Galán. El avaluó de los libros que Santofimio aportó estaba entre los $4.000 y $ 7.000 millones. Ni Gloria Galán ni sus hijos lo aceptaron, como tampoco Alfonso Galán Corredor, el hijo de la relación juvenil del líder asesinado con Maria Isabel Corredor, la empleada doméstica de la casa paterna de los Galan Sarmiento. Para todos estaba claro que lo más valioso comercilamente de las pertenencias de Santofimio era su amplio apartamento en el lujoso conjunto residencial Museo del Chico, vecino del parque con el mismo nombre.
Desde hace nueve años se conocía el monto que Santofimio debía reconocerle a la familia, las víctima directas del magnidicidio. El 31 de agosto del 2011, exactamente doce años después del asesinato de Galán, se conoció la sentencia con la condena de 24 años de cárcel y los $ 1.790 millones de reparación económica, pena que cumple en casa por cárcel por su edad, que supera de lejos los 70 años. Esta debería ejecutarse en los siguientes cinco años. Y no sucedió. Sin embargo en el 2016, la Juez 16 de control de garantías de Bogotá amplio la fecha cuatro años más, plazo que se cumple este año.
La vida le cambió radicalmente a Alberto Santofimio, el 13 de mayo de 2005 , cuando se vio obligado a enfrentar la justicia por el asesinato del líder político. El excongresista salió del apartamento donde vivía en Armenia junto con su esposa Liliana Correa. Se subieron al auto y llegaron al centro de la ciudad a una de las sucursales de los Supermercados Inter. En la puerta lo esperaba una patrulla del CTI que obligó a la pareja a abordar el vehículo. El exsenador y exministro nunca perdió la tranquilidad en el momento en el que lo detuvieron. Su esposa, en cambio, explotó en llanto. No se calmó ni siquiera cuando vio a su esposo entrar al Palacio de Justicia de Armenia. La justicia lo llamaba a responder y su pesadilla, tan tortuosa como el cánrimen de Luis Carlos Galán, había comenzado.
Dos años después, el 11 de octubre del 2007, el Juzgado Segundo de Cundinamarca le impuso una condena de 24 años como determinador del crimen, además del monto por la reparación a la familia Galan de $ 1.725 millones y de $ 231 millones a la del escolta Santiago Cuervo Sánchez, quien murió con él en la plaza de Soacha.
Buena parte de su condena, -a excepción de los tres años que estuvo en la cárcel de La Picota- la pasó en el apartamento de en el complejo Museo del Chicó que había adquirido en 1988 y que se vio forzado a entregar el pasado 24 de septiembre. Aunque su valor es superior, esta $ 2.900 millones, la justicia determinó que debería ser entregado para cancelar su deuda pendiente desde el 2011.
Como todo en el marco de este crimen que cumplió 21 años y que marcó la historia política reciente de Colombia, la posesión del apartamento por parte de los hermanos Galán fue tortuosa.
Alberto Santofimio no ha aceptado ni su culpabilidad ni la condena que le fue impuesta y sigue dando la pelea, en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para poder revocar la decisión judicial. Sueña con que sus libros vuelven al lugar que les pertenecen en su apartamento del Museo del Chicó y dejen de permanecer arrumados en un sótano y poder así desempantanar la biografía sobre Simón Bolívar que escribía para la academia de Historia de Tolima. Sus preocupaciones ahora son intelectuales y está de regreso a sus años juveniles cuando lo único que le importaba era leer y escribir.