Campo Elías Galindo, reconocido líder social y además profesor de la Universidad Nacional, fue la nueva víctima del Estado colombiano, incapaz de garantizar la vida de quienes se levanta en su contra. El reconocido líder de la Colombia Humana en la ciudad de Medellín fue encontrado en su apartamento, donde al parecer, según las indagaciones preliminares, llevaba tres días asesinado, sus verdugos habían quemado un libro en su pecho y además habían robado su computador (donde al parecer guardaba valiosa información). En su última columna para el portal Las2orillas, titulada (EPM desata la política local en Medellín), el profesor Galindo había hecho fuertes señalamientos en contra de los oscuros intereses del grupo empresarial Antioqueño (GEA) y sus vínculos con el uribismo.
Según el profesor Galindo, desde 1988 —cuando se empezaron a elegir los alcaldes por voto popular— y hasta el año pasado —con la aparición de Daniel Quintero, actual alcalde de la ciudad— era el Grupo Empresarial Antioqueño el que decidía quién y de qué manera se gobernaba en Medellín. De esta manera, el GEA mantenía el control político y económico no solo de Medellín, sino también del departamento, pues sus redes de poder social y económico serían tan extensas que simplemente no tendrían límites, ya que permearían desde lo académico hasta lo cultural, pasando por organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación, hasta imponer un “gobierno corporativo”, como lo hicieron en 2007 con EPM. Este entramado lo único que haría sería amarrar al alcalde que representa al pueblo que lo elije ante una junta directiva llena de intereses propios, al representar un conglomerado de empresas de las cuales son dueños y que terminan llevándose billones en utilidades de un negocio que sencillamente para ellos era redondo.
Como es de imaginarse, detrás de este “negocio” en el que se había convertido gobernar Medellín, existen los intereses de partidos políticos, los cuales también fueron derrotados con la llegada de Quintero, un hombre propaz y que representa a las nuevas generaciones —ciudadanos libres que rechazan el saqueo del patrimonio público y que juntos vencieron no solo al GEA, sino también al uribismo, pues como lo mencionaba el profe Galindo han tenido una relación amistosa y en cooperación al ser la mayor fuerza política de ese grupo empresarial—. Hoy nos han quitado esa voz valiente, esa que no se quedó callado y murió en su ley, denunciando a los corruptos y luchando por un país más justo, más equitativo y con menos injusticia social, ese país que clanes políticos y empresariales se niegan a entregar.
Paz en su tumba.
