El Planeta de los Simios 2

El Planeta de los Simios 2

Una de las grandes películas de ciencia ficción de todos los tiempos

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julio 25, 2014
El Planeta de los Simios 2

Así que la tan esperada vacuna contra el Alzheimer fue lo que terminó destruyéndonos. La gripe simia no fue otra cosa que la búsqueda desesperada e irresponsable de un científico por ganarse el Premio Nobel. Los monos, acostumbrados a ser juguetes de laboratorio, cobraron conciencia, tuvieron alma, pensaron y al verse oprimidos, subyugados por el hombre, se agruparon y decidieron independizarse. Ahora viven después del puente, en la espesura del bosque, pusieron los cimientos de su civilización creando un lenguaje, un alfabeto, sus propias leyes y sus propios dioses. Allí, al lado de una cascada, ignoran si todavía quedan humanos. La peste, al parecer, acabó con todos.

Una  pareja de monos camina despreocupada por el bosque cuando se encuentra con uno de ellos. Los tres están asustados pero el hombre, al saberse débil y frágil lo está más, por eso sin mediar palabra dispara, el mono cae y del bosque se escuchan sonidos guturales, movimientos de ramas, una sombra larga que se acerca: son cientos de simios, los reyes del mundo.  Detrás del que disparó viene un  puñado de humanos que, aunque fuertemente armados, están en desventaja. Los primates tienen un jefe que está erguido y los mira a los ojos. Si baja el pulgar los hombres morirán.

— ¡Largo! —les grita César ante sus oídos incrédulos y los humanos, al constatar el milagro, obedecen y corren hasta sus autos.

El líder ordena a Koba, su mano derecha y ministro de guerra que los siga y compruebe de donde vienen. Debajo del puente todavía queda un reducto de sobrevivientes. Han formado una pequeña ciudad y quieren pararse de sus cenizas. Gary Oldman los guía y él sabe que si quieren volver a gobernar el mundo necesitan electricidad. Para conseguirla deben poner a funcionar una planta de energía que está justo en el lugar en donde se han asentado los simios. Los póngidos son muchos pero ellos son machos y además están armados hasta los dientes. Sin embargo es mejor evitar la confrontación. Mandan una avanzadilla para negociar con los primates. Les explican que lo único que quieren es poner en marcha la planta. César, que fue tratado con cariño por James Franco en la película pasada, tiene un buen recuerdo de los humanos, pero Koba, con su cara llena de cicatrices y su cerebro torturado por cientos de experimentos, sabe que con esos seres es mejor no transigir. Llegan a un acuerdo y las dos especies trabajan juntas. No esperen mucho de esta unión, la tensa calma no tardará en romperse.

Esta segunda parte de El planeta de los simios representa un avance con respecto a su antecesora, sobre todo en los efectos especiales que dan vida a los primates. El rostro de César, animado por Andy Serkis, el actor sin cara, el mismo que llenó de matices y complejidades al Gollum de El señor de los anillos, tiene las expresiones de todo un Laurence Olivier simiesco. Su actuación es sin duda lo más destacable entre todo un mar de pésimas interpretaciones humanoides. Gary Oldman, a quien los papeles de bueno le incomodan, vuelve a ser el mismo Comisionado Gordon de Batman, plano y soso como una merengada de agua. Lo nombro a él porque el resto de personajes deambulan por ahí, como espíritus del apocalipsis, sin que ninguno de los conflictos que tengan pueda llegar a interesarnos.

Cada vez que la narración nos lleva a donde están los humanos perdemos el interés. Queremos es saber todo de la nueva civilización que se erigirá sobre la tierra. Está claro que desde que Pierre Boulle escribiera la novela, la principal premisa de El planeta de los simios  es que solo una especie pensante puede dominar un mundo. Dos es demasiada gente. Así que por más que dilaten el conflicto este aparecerá, la paz no es duradera, jamás se respetarán las diferencias y la guerra es el futuro irrevocable.

Contrario a lo que se cree, la gran ciencia ficción no anticipa sino que refleja la época en la que se ha realizado la obra.  Por eso en el 68, época de cambios y revoluciones, la versión de la novela de Pierre Boulle en manos de  Franklin J. Schaffner, mostraba a una tiranía en donde los científicos fungían como gobernantes y sacerdotes, en la del 2001, el año del atentado a las Torres Gemelas, Tim Burton nos muestra un planeta sometido por el más duro y cruel poder militar y en esta versión del 2013, a cargo de Matt Reeves, vemos cómo dos especies tratan en vano de limar sus diferencias para compartir un espacio, algo que podemos ver en este mismo momento en la convulsionada Franja de Gaza.

Sí, Confrontación, la segunda parte de esta trilogía es una de las grandes películas de ciencia ficción de todos los tiempos. Le perdonamos sus pésimas actuaciones y las lagunas que pueda tener el guion, pero nos quedamos con su oportuno mensaje: para que el mundo siga girando necesitamos aceptar lo que nos diferencia del otro, sino se salvan estas contradicciones la guerra sobrevendrá y nadie, absolutamente nadie sobrevivirá.

 

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