Si solo fuera por su pintura, Diego Pombo, ya sería un personaje destacado en el arte nacional, pero a él le debemos muchos otros aportes, como el festival internacional de música de Cali, Ajazzgo, la escultura de Jovita y la actividad incansable de la corporación Salamandra y de su grupo de teatro Barco Ebrio.
Pombo es indispensable para el paisaje cultural de Cali, desde donde despliega toda su actividad, sin aspavientos, sin pretensiones de gran artista, aunque lo es. Nada lo representa mejor que esa salamandra, animalito humilde, variopinto, característico de la tierra caliente, que adorna la puerta de entrada a su sede en el tradicional barrio San Fernando.
En estos momentos está entregado a la preparación de una nueva edición del Festival Ajazzgo para septiembre, aunque asegura que ha retomado su trabajo como pintor y escultor del que estuvo apartado un tiempo por tantos compromisos de su colectivo de trabajo.
¿De dónde le surge la idea de organizar en Cali un festival de Jazz?.
Realmente la Salsa es hija del jazz. O sea partiendo de eso, de que la gente no conoce el origen histórico de lo que baila. Porque la Salsa viene del jazz, de los músicos cubanos que se fueron a Nueva York, en los años cuarenta, y fueron absorbidos por las big bands, las grandes orquestas como la de Duke Ellington, Dizzy Guilespi.
Pero mucho antes de esto, en la época de Louis Amstrong, New Orleans y la Habana eran un camino compartido de marineros. Había un comercio intenso y los músicos cubanos ya estaban allí.
El origen de la salsa se dio en los años cincuenta cuando todos estos músicos que venían del campo y de Puerto Rico, se vinieron a Nueva York y salió esa mezcla, lo que llaman hoy salsa. Antes eran los mambos instrumentales, luego cuando empezaron a ponerle voz, Ignacio Piñeros y Arcenio Rodriguez que son como papás de la Salsa, involucraron aspectos del Jazz con la música campesina cubana y de allí salió la Guaracha, que luego se volvió Salsa.
¿Cuántos Ajazzgos se han realizado hasta ahora?
Llevamos trece, trayendo lo mejor de la música del mundo. Con artistas de un nivel buenísimo y afortunadamente apoyos como el de la Alcaldía y el del periódico El País.
Ajazzgo es una empresa consolidada, que esperan todos los melómanos cada año. La gente ha aprendido a escuchar estas fusiones, que no son el jazz de New Orleans, sino que ha cogido por muchos caminos.
Gracias a Ajazzgo hemos tenido en Cali a Diego el Cigalla,. Después de él, ¿qué puede venir?
Tenemos cosas tan importantes como Cigalla. El iba a volver este año, pero me pareció que ya tres veces seguidas era como mucho.
Va a estar Paquito de Rivera el más grande clarinetista de toda la historia del jazz latino. Un cubano que precisamente con Chucho Valdés fundaron la orquesta fundamental del Jazz Cubano. Paquito es el artista latino con más grammys, tiene catorce. Es una leyenda
También viene Gonzalo Rubalcaba un pianista cubano que se ha codeado con los más grandes del mundo. Es considerado una eminencia del piano.
¿Ya no cuesta trabajo traerlos? Porque me imagino que al comienzo no era fácil conseguir estas estrellas.
Ya muchos grupos, los que no son super estrellas, están llamando desde comienzo de año para decir que quieren venir a Ajazzgo.
Pero es que no es solo ajazzgo, desde ajazzgo se gestó el circuito de jazz Colombia. Se hacen siete festivales por la misma fecha, en Medellín, dos en Bogotá, uno en Barranquilla, Pasto jazz y nosotros.
Aunque cada festival es autónomo, desde aquí se coordinan las fechas y se recogen los aportes, pues dividimos gastos de tiquetes y se negocia con los artistas. No es que los festivales sean calcados, todos tienen diferente personalidad y estilo pero coordinamos para que los artistas importantes puedan estar en cada ciudad, sin cruzarse. Septiembre se ha convertido en el mes del jazz en Colombia.
En la obra pictórica de Diego Pombo encontramos la presencia reiterativa de iconos religiosos como el Sagrado Corazón. ¿De dónde le viene esa obsesión?
La obsesión con la religión dentro de mi lenguaje artístico fue de los comienzos mismos, cuando decidí ser artista por allá en los 80. Creo que fue porque estudié con curas, en el colegio Claret. Todo ese mundo de la práctica religiosa obligada, como servicio militar, que tenía que ir a misa cada ocho días, tener un comportamiento lleno de restricciones y yo ya veía la contradicción entre lo que se predicaba y se practicaba. Eso fue lo que hizo que optara por tener siempre un comentario de sarcasmo sobre los curas.
Lo hace ¿como una crítica?
También una respuesta ante la autoridad, ante el padre, que para mi estaba simbolizado por los curas. Luego involucré otros dos poderes, que han sido para mi una obsesión, los generales y también los políticos.
Desde el 2005 se ha vuelto reiterativa la aparición de Bolivar, que no solamente ha sido el padre de la patria, sino el símbolo del gran amante latino. Es el superhéroe. Además no en ficción, sino de verdad. Todo lo que hizo fueron hazañas increíbles, donde llegaba, arrasaba con todas las damas, siempre era el chacho y eso me interesa mucho.
Bolivar, es un personaje metido en la memoria colectiva, es parte de la iconografía popular latinoamericana, como el sagrado corazón de Jesús y por eso se ha vuelto imprescindible en mis composiciones. Me encanta.
Esa especie de guitarra con rostro y cuerpo de mujer. ¿Qué significa?
Claudia Parra, la mujer guitarra, es una escultura que rinde homenaje a dos personas. A Hernando Tejada, un escultor originalísimo, un hito dentro del arte nacional. Tejada influyó muchísimo en mi carrera en cuanto asumía el arte con un humor muy especial, con una visión muy pura y muy bonita. Una poética de la ingenuidad.
Y también a Claudia Parra, una amiga, campeona en gimnasia olímpica quien se suicidó por amor. Los amores mal correspondidos, los mártires por amor, quienes se mueren de amor, me parecen una cosa bella, muy romántica y por eso le dedico este homenaje.
¿Usted se considera un artista exitoso, reconocido? ¿Cómo se siente en la plástica nacional?
Yo si creo que hay un reconocimiento, pero pienso que es más a nivel vallecaucano que nacional. Pienso también que ha sido un poco mi decisión, porque en los últimos diez años le dedique mucho tiempo a posicionar el teatro Salamandra, a trabajar con el grupo Barco Ebrio y en lo del festival Ajazzgo. Nos volvimos un colectivo de trabajo que requería mucho tiempo y dejé de exponer.
Ahora estoy retomando mi carrera de artista plástico. Voy a tener una exposición en Buenos Aires, el año entrante. Tuve una exposición grande en España el año pasado en Cádiz y he hecho algunos trabajos internacionales interesantes como la carátula del último disco de Diego el Cigalla y me he centrado en levantar unos iconos, escultura para espacio público.
Después de Jovita me han inspirado personajes que representan la identidad de la caleñidad. Por ejemplo Piper Pimienta, pionero de la salsa en Colombia. Es un proyecto que he presentado a la Alcaldía para el barrioe Alameda donde se quiere hacer un parque temático de la salsa.
La otra es una escultura a Petronio Álvarez para colocarlo en el malecón de Buenaventura. Petronio era maquinista y toda su obra musical la compuso mientras manejaba la locomotora que se llamaba la Mocha. Yo hice un monumento en que máquina va saliendo del piso hacia el cielo. Está en el aire y en vez del vagón donde iba la leña y el carbón hay un hombre tocando marimba y al frente, Petronio, con su guitarra, rumbo al infinito.
¿Son en la misma línea de Jovita, a colores? Porque lo más raro de su escultura es que no es bronce monocromático.
Si, y fíjate que otras que utilizan el mismo material que utilizo yo, como las que hizo Lombana, son vergonzantes porque usando un material sintético lo pintan color metal como si fueran de bronce envejecido. Nos llenamos de todos estos adefesios, imitación bronce.