Desde que el COVID-19 hizo su aparición en el mundo, en especial en Colombia, se observa cómo la mujer ha sido una víctima por encima de los demás problemas. En sus manos está desde el hecho de dar a luz hasta el de sostener el hogar con su entereza, su equilibrio e inteligencia, valores olvidados dentro de esta sociedad machista, que a veces cuesta reconocer.
Igualmente se presenta el aumento de la violencia intrafamiliar, feminicidios, hechos sexuales, desempleo y desigualdad, es decir que esas 7.1 millones de mujeres que hay en Colombia hacen parte de ese grupo vulnerable, en la que muchas veces se sostiene la economía del país, pero también el orden y la fuerza del hogar. ¿Qué conclusión tendríamos si las damas faltaran, si esa representación del sentimiento, de la construcción del amor no existiera?, qué tipo de sociedad tendríamos?
La otra situación que se presenta son esas mujeres que se encuentran en el hogar, a quienes les tocó cuidar a los hijos y el hogar, atender al hombre que trabaja, quien aporta el sustento para los que conforman su núcleo familiar, a estas mujeres son las que más sufren esa desigualdad social, política y económica y a las que tanto debemos. Reconocer que las damas del hogar son las más vulnerables, a estas afecta más la violencia, las lesiones de todo tipo y que muchas aguantan con estoicismo y perseverancia. Estas son las mujeres que más han puesto la cuota de sacrificio pues ese confinamiento les cambió su existencia, antes estaban solas en el hogar, ahora deben permanecer con sus esposos, hijos mayores, esa supuesta tranquilidad se vio truncada, asaltada en su buena fe, por esa nueva compañía en un horario y tiempo totalmente distinto.
Esa brecha de género aumentó considerablemente (Oviedo), desde lo social y económico, hasta la salud y la educación, esas mujeres que desde el hogar afrontan esta nueva forma de hacer sociedad, de tener una nueva responsabilidad pues para nadie es un secreto que hasta se deben preocupar por la educación de los hijos, por hacer las actividades del hogar, y cumplir con sus trabajos laborales, enfrentar la disminución del poder adquisitivo, y como si fuera poco se disparó la cantidad de horas de trabajo en la casa, en algunas hasta más de 14 horas y en otras un poco más; y por otro lado, el desempleo en las mujeres aumentó en un 16.4% según el Dane, mientras que en el hombre fue del 9.8%, hasta estos panoramas los deben enfrentar las mujeres y qué decir de la nueva forma de comunicación, pues no hay forma de priorizar la violencia de género y mucho menos conocer la realidad de estas en esta época de pandemia; encontramos que se lanzan programas para recuperar hogares, para aumentar los ingresos a través de las dádivas del gobierno y otras entidades, pero estamos dejando a un lado el fondo del problema, esa mujer que sigue en el hogar, enfrentando todos los días los fenómenos y buscando las soluciones de manera denodada, superando a veces las fuerzas físicas.
No digo que habrá mujeres que no les pasa lo que he narrado, estas viven en casas palaciegas parafraseando a mi amigo Valderrama, olvidándose de las otras que no lo tienen todo y que deben arañar la tierra para superar esta crisis existencial por un lado y la del hogar por el otro, recogiendo lo que otros dejan, aprovechando lo que otros botan, o sobreviviendo o intentándolo hacer para proteger a sus congéneres.
La Organización de las Naciones Unidas ha lanzado campañas para recuperar a las mujeres en el COVID-19, pues a pesar de que los índices de mortalidad son mayores en hombres, las mujeres también se mueren. Y cuando esto sucede se afecta el hogar de las mismas, sobre todo por esa tendencia de conjugar el trabajo, el hogar, el ser madres y cuidar hijos. En consecuencia, se presentan una mayor necesidad de entender que nuestras mujeres merecen un reconocimiento y que nos hemos demorado mucho en hacerlo.
Termino diciendo que son las mujeres esa fuerza motriz que permitirá la recuperación económica y la resiliencia durante y post pandemia, esa recesión global tendrá que estar de la mano de las mujeres, pues estas deben sostener los hogares en donde hubo fallecimientos, reconstruir esa sociedad permeada por la pobreza, la inseguridad y la desigualdad, y además propender por el desarrollo de la educación por aquello de la virtualidad, ya que esta ha acercado más a los hijos con sus padres y alejándolos de los maestros.
Estamos llamados a recuperar esa brecha social, esa dificultad de acceso de las mujeres a la sociedad, a la tecnología para superar esa crisis policía y económica, factores que afectan la relación mujer-hogar, mujer-fuerza laboral, mujer y felicidad. Eso es algo que les debemos.