En las excavaciones realizadas en Popayán en 1957 por Julio César Cubillos en el cerro de Tulcán se encontraron tumbas de niñas sin cabeza, esto posiblemente debido a actos religiosos. Por supuesto, dicho cerro debe ser tomado como un símbolo de una religión que apoya la violencia ritual y sistemática contra las mujeres y debe ser derribado.
Después de la campaña de Bolívar en 1822 contra la ciudad de Pasto, es normal que los pastusos al deambular por el país vean una estatua del libertador que debe ser removida para así no herir la susceptibilidad de ellos ya que puede recordar aquella noche triste. Ahora pensemos en las atrocidades que cometió Hernán Cortes en México, siempre unos escalones por debajo de las que cometían los aztecas con sus pueblos vasallos quienes vieron al nacido en Medellín como un libertador. Y si Cartagena tira abajo los castillos que recuerdan que los españoles estuvieron en la Cartago Nova de América.
Imaginemos por un momento a los descendientes de celtas galos quemando la catedral de Aquisgrán ya que es un recuerdo nefasto de los invasores francos. A los alemanes destruyendo la ciudad de Colonia ya que fue fundada por invasores romanos y al mismo Londres arrasada hasta sus cimientos por los mismos motivos ya que por allí pasaron los romanos, los sajones; los normandos y así olvidándonos de la torre de Londres y otros monumentos a la opresión.
El caso siciliano es tal vez aún más grave: griegos, romanos, cartagineses, normandos, españoles, turcos; en fin, para olvidar esto se debe borrar la isla del mapa. O en África del sur aún hay resentimiento contra esas tribus bantúes que hace milenios llegaron a conquistar e imponer su lengua y cultura.
La esclavitud en América fue una desgracia propiciada por europeos que compraban los esclavos a tribus costeras de África, quienes capturaban a africanos en el interior ya que en dicho continente había esclavitud aun sin europeos, y sus ventas también incluían el mundo musulmán y otros reinos africanos tal vez en mayor medida que en el caso de nuestro continente.
El punto después de estos ejemplos es que la historia universal está marcada por expansiones y contracciones de culturas o pueblos, algunas más pacíficas que otras, más opresivas que otras, más asimiladoras o destructoras que otras y el resultado de esto es el presente de los habitantes de un territorio; en el caso colombiano, somos una mezcla de españoles, indígenas y afros dando esto lugar al presente de nuestro país conformado por todo esto. Vale la pena recordar que la opresión española finalizó en la batalla de Ayacucho gracias a criollos, españoles, ingleses, irlandeses, indígenas y afros que participaron en la larga campaña libertadora y esos mismos fueron los que mataron a Agustín Agualongo y arrasaron San juan de Pasto.
Aplicar valores y juicios de nuestros tiempos a los hechos del pasado es anacrónico y lo único que logra es convertirnos en aquel burócrata de 1984, cuya función era reescribir la historia, algo así como una progresista inquisición que cree que derribar un monumento de piedra cambia el hecho que después de la independencia de España ocurrieron los peores despojos de tierra a los indígenas en nuestro país, y esto de parte de los ya independientes colombianos.
Solo como una anotación les recuerdo que en 1945 Japón sufrió dos bombas atómicas y actualmente son una potencia económica, mientras que nosotros aún nos quejamos de un navegante genovés que alguna vez cruzó el Atlántico, quitándole protagonismo en nuestra situación a la historia más reciente que es la que nos tiene en este punto gracias a la corrupción y la violencia que como país independiente hemos propiciado.