En tiempos normales se supone que un presidente de la República se enfrentará necesariamente a una o máximo dos crisis severas, y la manera como se cree manejaría situaciones críticas, define mucho su potencial apoyo. Lo que ha sucedido al menos en Colombia es que estas situaciones explosivas han sido muchas y particularmente en este gobierno de Duque, la forma como las ha manejado el presidente y su equipo ha influido mucho en el rechazo a su gestión de una parte importante de los colombianos. Para muestra el 9 y 10 de septiembre, y las explicaciones y actuaciones del gobierno, siguen ocupando los medios con críticas muy duras que él ignora olímpicamente.
Para nadie es un secreto que Carlos Holmes Trujillo actual ministro de Defensa tiene toda la intensión de lanzarse nuevamente a la presidencia para reemplazar al actual presidente. No le fue nada bien en la Cancillería, posición con la que se inauguró en esta administración, cuando entre los muchos errores, la politización del servicio diplomático con uribistas de muy bajo nivel y el oso con Juan Guaidó, lo dejaron muy mal parado. Pero lo que ha sucedido con la cartera de Defensa en este gobierno es una página negra. Primero Botero, sobre cuya gestión no vale la pena detenerse porque fue realmente vergonzosa, pero Holmes ha manejado crisis gravísimas de la peor manera posible.
Su actitud, postura, argumentos en la rueda de prensa en la mañana del 10 de septiembre fue inconcebible, tratando de tapar el sol con las manos cuando el país tenía el alma partida y sentía un gran repudio por el asesinato de Javier Ordóñez, los disparos de la policía, así como por el número de jóvenes muertos con balas y todo lo que el país empezaba a conocer. Arrogancia, ignorancia, insensibilidad ante la tragedia para proteger a la policía, son los mínimos calificativos que nacen de su actitud en esos momentos. A esto agréguese su tardía aceptación de que tenía que pedir perdón a nombre del gobierno y no solo de la policía, en medio de esa grandilocuencia fuera de contexto que lo caracteriza.
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La sacó del estadio en el debate del Congreso: soberbia al mayor grado posible, incapacidad de sintonizarse con la situación; argumentos falsos en medio de un tono de voz como si fuera el dueño del país
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Pero donde sí la sacó del estadio fue en el debate en el Congreso de la República. Y sin entrar en las palabras que todo el mundo conoce, lo que vale la pena señalar es su actitud: soberbia al mayor grado posible, incapacidad de sintonizarse con la situación; argumentos falsos en medio de un tono de voz como si fuera el dueño del país. Lo más grave para alguien que quiere manejar a Colombia es que perdió la compostura y tiró papeles lo cual es signo de incapacidad de enfrentar situaciones que exigen temple, carácter y no agresividad cuando creen que de esa manera compensan su evidente falta de argumentos. De ahí en adelante el país sabe la forma como se han venido desarrollando los acontecimientos, que desembocan en la convocación a una serie de protestas ciudadanas que todos esperamos se desarrollen de manera pacífica, algo en lo que el gobierno se debería comprometer. ¿No dizque sabe que hay células urbanas del ELN y de los ex -Farc dispuestas a desestabilizar al país? Pues contrólelas, identifíquelas como señala sabiamente Héctor Riveros en su brillante columna. Si esto no se logra, obviamente es culpa del gobierno, pero particularmente del flamante ministro de la Defensa. ¿Defensa de qué?, se preguntarán muchos cuando la sociedad hacía mucho tiempo no se sentía tan desprotegida.
La pregunta de fondo es si después de estas salidas en falso de Holmes Trujillo alguien, fuera de los uribistas, lo quiere ver como presidente de Colombia. Demostró clara incapacidad de manejar una situación crítica. No tuvo la mínima honestidad para no tratar de tapar hechos tan graves que son de su ámbito de responsabilidad. En vez de argumentar, tapó su incapacidad con arrogancia. Perdió los estribos en un debate en el Congreso. Es decir, muchos no pueden verlo lo como alguien que saque a este país de la crisis de gobierno que tenemos. Un mal gobierno seguido de otro igual es más de lo que estos colombianos tan pacientes, pueden resistir.
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