Un discurso veintijuliero
Opinión

Un discurso veintijuliero

Por:
julio 23, 2014
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El discurso del Dr. Santos en la inauguración del Congreso merece ser comentado.

Dice: “… podemos mirar atrás y decir… ‘valió la pena’, y da un listado de lo que considera sus principales ejecutorias. A cada una de estas se le puede hacer comentarios:

La Reforma de la Ley de Regalías. Aunque el nombre de ‘mermelada’ se aplica hoy a otro fenómeno, fue con ocasión de esta que nació. La buena intención de repartir por todo el país los ingresos por los recursos naturales no ha sido afortunada; las regiones que probablemente sentían tener derechos preferenciales sobre lo que su territorio se encuentra, se  han sentido desposeídas de su propia riqueza; como política general es de clara orientación centralista en un país que lo que más pide es la descentralización; pero más que los cuestionamientos sobre el modelo mismo lo que ha sido una decepción ha sido su aplicación porque el resultado ha sido la acumulación de inversiones en la banca privada mientras se aprueban las inversiones que se supone deberá escoger el OCAD; es  decir el doble problema de enriquecer a los privados con los dineros públicos y el congelar los recursos que deberían estar moviendo esas economías regionales. Y poco convence la explicación de la corrupción a nivel local cuando lo que se ha visto es que es la misma o peor a nivel nacional.

La Ley de Ordenamiento Territorial. La única aplicación tramitada como fue el ‘Voto Caribe’ —y con un  resultado de más de dos millones de votos, o sea casi el doble de los que votaron por el Congreso—  fue desconocida, con la consecuencia de que es más la frustración y el resentimiento que la satisfacción que podría haber producido.

La Ley de Víctimas y Restitución de tierras. Según el informe oficial la aplicación de dicha ley para efectos de la restitución de tierras ha cubierto apenas algo del orden de 60.000 hectáreas, es decir solo cerca del 1,5% de las 4.000.000 en que se estima el derecho que se debe reconocer.

Dice “Los nuevos códigos y estatutos que constituyen por sí mismos una reforma a la justicia”. Parece olvidar que el mayor escándalo legislativo de ese gobierno fue la fallida Reforma a la Justicia que el mismo tuvo que objetar por inconveniente (y que hoy puede pasar a las malas). Y lo que es peor, ignorar que el mayor problema que tiene el país es que para nadie existe confianza en la justicia.

Y afirma también: “Las leyes de promoción del empleo, de vivienda, de salud, de lucha contra la corrupción, de programas sociales.”…  Parece descaro o desafío a los sentimientos de los colombianos que siguen esperando como prioridad del nuevo mandato esas reformas a la salud, a la educación, a la Administración de Justicia, el Estatuto del Trabajo que quedaron pendientes porque fueron rechazadas o no presentadas bajo sus primeros cuatro años. En cuanto a vivienda después de dos años de su promoción, solo han sido entregadas 38.000 de las casas gratuitas, ninguna por lo demás construida dentro de ese programa sino por compras a proyectos privados en desarrollo.

Y por supuesto se acompaña esto de un listado de deseos para el futuro igual de dudosos.

“Si hemos logrado lo que hemos logrado con ese peso del conflicto (…) ¡Cuánto más vamos a poder hacer, a dónde podremos llegar, cuando soltemos ese lastre! La paz generará confianza y mayor inversión; la paz disparará el turismo en nuestra tierra llena de atractivos, la paz permitirá que destinemos más recursos a lo que Colombia más necesita: educación, salud, vivienda, servicios públicos, apoyo al campo, tecnología, emprendimiento e innovación”.

(Pareciera que quien escribió esta segunda parte no creyera en lo que se dijo en la primera).

Pero, siendo esta la presentación ante el Congreso, se olvida todo lo anterior y el inicio del programa legislativo se orienta a subsanar los propósitos que se frustraron por los escándalos que suscitó el tema del tratamiento de baldíos (y es el único proyecto que trata): “Este Congreso tendrá en sus manos tres proyectos de ley que complementarán la tarea: ‘El primero es la Ley de Desarrollo Rural (…) Es el segundo el de la ley de Baldíos y Desarrollo de la Altillanura (…)  y habrá un tercer proyecto para formalizar la propiedad rural (…).

Ni lo hecho ni lo que se promete hacer es criticable. Lo que es criticable es que su presentación es pura demagogia: respecto a lo pasado no es una rendición de cuentas en que se defiendan y menos divulguen sus resultados; y respecto al futuro, no es un programa o una agenda de lo que espera de la nueva legislatura.

Y lo más grave es que ante este vacío la bancada de extrema derecha presenta todos los proyectos que podrían copar los debates en el periodo, en tanto que la izquierda se enreda sin saber si oponerse o apoyar al gobierno, olvidándose que su función no es ni lo uno ni lo otro  sino ofrecer sus propuestas como alternativa.

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