Utilizar contra la juventud indignada a una policía asesina y sus armas de fuego: una fuerza pública formada en el odio y la doctrina del enemigo interno. Hacer un montaje de incendios y disparar indiscriminadamente contra la ciudadanía para producir terror. Lo hacen porque perdieron la hegemonía cultural. Gobiernan pero no dominan los corazones de la amplia ciudadanía.
Ha caído el padre criminal y puesto en prisión y en evidencia para la amplia ciudadanía que nunca fue el mesías salvador que nos sacaría de la guerra y la muerte con más guerra y más muerte. Ha sido derrotado políticamente por los acuerdos de paz y culturalmente por la juventud, por los y las jóvenes que recién nacían cuando empezó su primer gobierno de matanza y saqueo. Cada vez está siendo más claro, evidente, que es un padre criminal, perverso, delirante, que prodiga la muerte por doquier, que pide como un cínico sociópata en su Twitter la "masacre con sentido social".
Así que la emoción que despertaba se convirtió en indignación y en rabia. Y una rabia mayor cuando ahora, ya como padre muerto simbólicamente, desde su latifundio por cárcel, ha ordenado por Twitter matar a la juventud, como bien lo entendieron los y las jóvenes de Samaniego que protestaron al día siguiente de la atroz masacre, con una cartel que decía: No Somos Jóvenes Farc. Lafaurie, el ganadero y latifundista, esposo de la encomendera senadora latifundista Cabal, áulicos del padre criminal, publicó un Twitter con la foto de los jóvenes marchando con la pancarta, pero con el no borrado (Somos Jóvenes Farc) y un comentario: "esa es la llave". Es decir, los mataron por ser jóvenes Farc. Porque los y las jóvenes Farc firmaron el acuerdo de paz y lo están cumpliendo. Estos orates quieren justificar asesinar a la juventud y al partido Farc.
Y los están matando. ¿Quién? Las bandas creadas por ese padre delirante y su política del odio, de la venganza, de ocultar la verdad y de negar el conflicto. Alfredo Molano cuando investigaba para su libro Los Años del Tropel, sobre los orígenes de la Violencia, entrevistó a un tal Chimbilaco (creo que era el nombre), un subalterno de El Cóndor, de León María Lozano, el jefe de los pájaros, de los paramilitares de la época. Cuando le preguntó "¿cómo decidían ustedes dónde y cuándo hacer una matanza?", el asesino respondió: "nosotros leemos los editoriales de El Siglo" (que los escribía Laureano Gómez, el que hizo invivible la república, para impedir el triunfo de Gaitán).
Hoy estos mismos asesinos y enemigos de la paz solo tienen que leer el Twitter de su delirante jefe... Necesitan la guerra, la matanza diaria para que la guerra no termine. Quieren arraigar más la guerra con el terror indiscriminado: con las masacres de niños, jóvenes, adolescentes. Crear zozobra, pánico y miedo que paralice (deseo de no ver, de no estar, de no salir, de no ser de este país) para volver a justificar en el alma colectiva la necesidad imaginaria de una guerra que ponga "orden" con la fuerza supuestamente legítima del Estado. Pero son tan delirantes que no ven que hay un cambio cultural, que perdieron el control de las mentes y los corazones de la ciudadanía, sobre todo de la juventud. No imaginaron que solo conseguirían un cambio más hondo y masivo de las emociones contra el padre criminal y contra la fuerza policial criminal.
La masacre de ayer y antier y trasantier (la policía disparando contra la ciudadanía, mientras la juventud estaba inerme e indignada) fue un intento de golpe de Estado contra la ciudadanía, la alcaldesa de Bogotá y los alcaldes independientes del resto del país, y Colombia. Gracias a la alcaldesa Claudia y a su amorosa decisión de pedir verdad y justicia y de hacernos ver que fue un montaje: que unos jóvenes indignados no queman 40 estaciones de policía ni 15 buses, que eso fue una acción criminal organizada. Y en lugar de aceptar el toque de queda y la militarización de la ciudad que pidió por Twitter el sociópata preso en su latifundio, nuestra alcaldesa le entregó al presidente Duque hora y media de videos de la policía disparando contra la ciudadanía inerme. Y le pidió reformar la policía, que vuelva a ser civil y que pida la policía perdón. Él se negó. Luego la alcaldesa Claudia le pidió al señor procurador que asuma la investigación para evitar la impunidad. Y le informó al país de sus reuniones y llamó a la reconciliación y a reformar la policía: su lectura de los nombres y edades de nuestra juventud conciudadana asesinada nos ha conmovido hasta llorar.
Su defensa de la verdad y de la justicia, y su invitación a la reconciliación nos llenan de esperanza. Y su sensibilidad y sentido de humanidad al reconocer que es a nuestras y nuestros jóvenes y conciudadanos heridos y asesinados, masacrados por la policía, en estos oscuros y tristísimos días y noches, y a sus familias en duelo, a quienes hay que nombrar y honrar, nos abre el corazón y nos deja sentir que no estamos solos, que no estamos solas. Así como su decisión de entregarle al presidente Duque y al señor procurador los videos de la policía disparando a la ciudadanía, e invitar a ambos al acto de reconciliación.
Algunos han querido ignorar la muerte y el terror y la violencia policial con la pretensión, inhumana, insensible y delirante, de que el montaje organizado por manos criminales de unos buses y unos CAI o estaciones de policía quemados es algo más grave que la matanza, las muertes, las heridas, la violencia y el terror policial contra la juventud y la ciudadanía indignada e inerme. Se siente alivio y gratitud con su merced, alcaldesa Claudia, porque sentimos con su claridad amorosa que no estamos tan solos, tan solas. Hay alcaldesa en nuestra capital.
El sociópata en prisión y sus corruptos y asesinos epígonos intentaron un golpe y no lo lograron... Lo seguirán intentando. Haremos el cacerolazo, la velatón y las acciones poéticas y políticas solidarias necesarias; todos en unidad de quienes queremos un país digno y en paz. Gracias, querida alcaldesa Claudia. No pasarán.