Todo el sufrimiento de los campesinos colombianos, arrasados por los terratenientes, estigmatizados, subestimados, humillados, es una motivación extra para cada pedalazo que da por el país Nairo Quintana. Nairo, a los 24 años, se ganó un Giro de Italia con una otitis, en el 2018 quedó 10 en la general sufriendo también una violenta caída. Siempre se levantó, nunca se escudó en la excusa de su desgracia, dio la cara y siguió pedaleando.
Este año, antes de la pandemia, Nairo amenazaba con hacer historia. Ganó todo lo que corrió. La pandemia modificó la temporada. Nairo se devolvió para Colombia, para su Boyacá a prepararse entre el cariño de los que más quiere, pero un carro lo atropelló en Tunja partiéndole la rodilla a finales de julio. Tuvo que empezar de cero y empezó a creer de nuevo. En el Criterium Dauphiné se probó y parecía que estaba bien.
Per la mala suerte se ciñe a veces contra los campeones. Una terrible caída en la etapa 15 acabó con su ilusión. Hoy las heridas sufridas en los codos, en el brazo, le significó un sufrimiento intolerable y, por eso, se desvaneció. Sin embargo luchó para no perder tanto terrreno. No le interesaba quedar entre los 10 de la general, lo que quería era demostrarse así mismo que podía llegar muy lejos en el dolor.
El que termine esta terrible etapa nos debe llenar de orgullo.Nairo es el símbolo de todo un país.