En la actualidad, se ven muertos, heridos, maltratados, empujones, madrazos y toda clase de comportamientos que dejan mucho que pensar sobre la sociedad colombiana, aquí no escapa ni la élite, ni la prole, “para todos hay”, los ejemplos sobran, pero ¿cuál puede ser la raíz de tan nefasto comportamiento?
En el país existen varias políticas que median la convivencia en distintos lugares del territorio nacional, es así, como existen leyes, códigos, manuales, y rutas, para mejorar la tolerancia entre unos sujetos y otros; pero la verdad, el ejemplo comienza por casa, nótese que al indicar esto, se hace referencia no al lugar específico conocido como hogar o en su defecto escuela, se hace referencia al ejemplo dado por los padres de la patria o sus líderes, llámense presidentes o ex presidentes.
El peor ejemplo de intolerancia, viene desde el proceso genocida-invasivo, con la llegada de los europeos a el nuevo continente (que de nuevo no tenía nada y tampoco es que los moradores de este paraíso fuesen santurrones), donde de la mano de espadas, pólvora, mutilaciones, violaciones y muerte, los aborígenes aprendieron como usar en mayor grado la violencia y el proceso intolerante en la obtención de un fin, así, el mundo vio el sumario de actos racistas y de segregación más grande que haya presenciado la humanidad.
Así las cosas, después de tantos virus extorsivos por parte de los colonizadores, se sembró de nuevo la semilla de intolerancia hacia los regentes virtuales de la época, dando origen, a los éxodos independentistas en varias latitudes americanas, sin embargo, dichas proclamas independentistas, no fueron más que un campanazo de alarma, ante el nuevo aire de intolerancia que se respiraba en la recién libertada y soñada provincia de Nueva Granada, pues, con el fenómeno del centralismo versus federalismo, se dañó el cerebro de los campesinos en distintas latitudes de la tierra prometida, por consiguiente, se bañó en sangre el territorio, con machetes, empaladas (os), mutilados y desaparecidos; regando en cientos de compatriotas ese aire cargado de millones de partículas de intolerancia, las cuales sembraban algunos próceres (Bolívar, Nariño y Torres entre otros).
En consecuencia, la semilla de la intolerancia se ha inmiscuido en la vida diaria de los colombianos; para no ir tan lejos, se puede ver cómo el afán de acumular capital ha permeado los escenarios políticos, sociales, religiosos y económicos, por ejemplo: en la época de la violencia en Colombia, donde los conservadores de la mano con el ejercito asesinaban a sus archí-enemigos liberales junto con sus familias, quemando tierras (al mejor estilo Ku Kux Klan) y cometiendo vejámenes que no caben en una novela Dantesca, estos hechos se grabaron en la memoria y relatos de varios nacionales, dando origen a un nuevo desplazamiento, junto con la intolerancia ideológica, además, de ser el caldo de cultivo para las guerrillas de origen liberal, (casi erradicadas en la operación Marquetalia) las cuales ,más adelante adoptaron la ideología comunista para tener el apoyo del pueblo a su causa; años más adelante la intolerancia y falta de capacidad de un estado para aceptar la diferencia, se reflejó con la creación de las convivir, luego llamadas paramilitares, quienes con motosierras, violaciones, desapariciones, desplazamientos y enfrentamientos diseminaron aun más la idea de la intolerancia, de violencia y segregación entre los nacionales.
En concordancia, surgió un líder de Antioquia, quien sin medir el efecto de sus palabras, juró terminar a sangre y fuego con aquellos que le arrebataron a su padre, sin tener en cuenta, que dichas palabras belicosas contribuirían a mantener el odio entre las distintas ideologías y posiciones políticas. Fueron 8 años de barbarie social, falsos positivos, corrupción, resultados someros, miedo, sumisión, se coartó la libertad de expresión y se acumularon capitales para empresas extranjeras y unos cuantos latifundistas colombianos, ese lenguaje bélico e intolerante se enraizó el algunos partidos políticos, periodistas, congresistas, concejales, fiscales, jueces, alcaldes, contralores, veedores, magistrados y por supuesto en algunos colombianos víctimas de los medios controlados de comunicación, que sin ninguna objetividad, mostraban la intolerancia y la guerra como el único camino hacia la tolerancia, vendida como la ideal de paz.
Aun así, el escenario de intolerancia no terminó, con un nuevo regente por cierto recién reelecto, el discurso parece tomar un giro y se muestra ahora como una idea altruista el fin del conflicto armado colombiano, lamentablemente, el lenguaje enraizado, las interceptaciones ilegales, las campañas fraudulentas, los amagos de corrupción en la elecciones, el sicariato, la persecución y algunos militares que no obedecen a su jefe máximo, parecen interponerse a la idea de por fin, emprender el camino hacia la tolerancia y la aceptación del otro, entendiendo que como sujetos de derecho, todos tienen la posibilidad de ser políticamente correctos, para cambiar el rumbo del país, y concentrarnos en buscar soluciones para dejar la segregación, el subdesarrollo, los barrios marginales, los departamentos olvidados, los cuales se han incrementado durante los últimos 200 años, se han disfrazado de racismo, clasismo, o apartheid, como si los compatriotas no tuviesen el derecho de conocer un país tolerante, con inclusión y oportunidades reales en educación, salud y trabajo, así que estimado Colombiano y representantes del Estado: toleren, construyan y salven ustedes la patria.
