“Por cada risa... hay diez lagrimas": millones hemos cantado al son de aquellos cuya familia se originó en Aguadillas (Puerto Rico) y terminaron viviendo en Brooklyn (Estados Unidos), donde nació Frankie, el menor de los Hermanos Lebrón y quien recién partió al cielo. Se silenció la percusión, se arrugaron los cueros de esta orquesta y se estrujó el alma de sus brothers y de millones de seguidores de su música.
Frankie, solo Frank como lo llamaban en familia y amigos, falleció el pasado miércoles 9 de septiembre en Cali, en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica Colombia como consecuencia de deficiencias en diversas patologías de base. De tiempo atrás venía luchando contra las enfermedades, incluyendo deficiencia renal y diabetes.
Al despertar
Todos los días
Siento un dolor
En mi corazón
Porque en la vida
Cuando hay una alegría
Por cada risa hay diez lagrimas
Sin duda que esta vez sus hermanos tienen razón en pensar así, pues por sus mentes pasan los grandes momentos vividos. Frank, con 64 años, era el menor, mientras que el mayor, Pablo, ya lo estaba esperando en el cielo… Hoy recuerdo que a Pablo lo vi por última vez cantar a capela Salsa y control en silla de ruedas. Esa tarde, en rueda de prensa, lloró y prometió estar con sus hermanos en tarima…y lo cumplió. Lo hizo por ellos, por la música, por la orquesta y por Cali, donde son ídolos. Esa tarde Pablo lloró, ellos lloraron…pero fueron lágrimas de curtidos por los desafíos y triunfos de la vida.
Goldner, un productor musical que seguía sus pasos en Estados Unidos, les propuso llamarse The Lebron Brothers Orchestra y así se quedaron: los Hermanos Lebrón. Así mismo, les propuso grabar un álbum completo: dieron a luz a Psychedelic Goes Latin en 1967. Este fue un éxito que obligó a preguntar quiénes eran. Salió en vinilo y en color rojo entró por Buenaventura… Recuerdo cómo trepidaba en la Calle de las Conchas en el barrio La Independencia en Buenaventura.
Los lazos se hicieron más fuertes y por eso Pablo, José, Ángel, Carlos y Frankie se mantuvieron unidos, aunque no faltaron titulares anunciando rompimientos que nunca fueron, pues hay hermandad de sangre y hermandad de música. Siempre la unión estuvo con alto calor humano entre ellos.
Sube la temperatura
Sube la temperatura
Pero que Sube, sube…
sube la temperatura
Frank era un enamorado de Cali, ciudad en la que vivió más de 20 años. Lo mismo que a sus hermanos en la capital del Valle los cautivó el amor y respeto de los ciudadanos por sus canciones, por su música y por ellos mismos. La familia tan neoyorquina, tan brookleña, sembró profundas raíces aquí, al punto que la nueva generación de los Lebrón ya sube a tarima con ellos.
A Frank y a los demás también los cautivaron los sembrados de caña, que les recordaban las nostalgias de Puerto Rico, el aroma a camia que perfuma a Cali, lo mismo que el viento de las cuatro de la tarde y todos aquello que se conoce como “la caleñidad”, un cóctel de cosas gratas y mujeres bellas y hombres con “tumbao” al caminar…Chontaduro, champús, sancocho y chuspas, calle quinta, Cerros de Tres Cruces y Cristo Rey, Río Cali…”salsa y control, salsa y control”…
La hermandad de sangre y música se expresó a las pocas horas del deceso de Frank cuando el clan trinó:
El sonido de tus tambores hoy se va para el cielo. Aquí, en nuestros corazones quedan atesorados los recuerdos de todos estos años de amor por cada uno de nosotros, tus Hermanos Lebrón, tus amigos, por la música. Te amaremos por siempre, Frank.
Para ellos, los mimados de Buenaventura, los mimados de Cali, los mimados de Candelaria, los mimados de Palmira, del Valle y Colombia entera no hubo, ni hay fuerzas capaz de separarlos, en cambio la música, la familia, la hermandad, la sangre, su pasado y su presente los une, todo los une…hasta el dolor de hoy y de aquel día cuando se fue Pablo, un valiente porque peleando contra las secuelas de una trombosis, rigurosamente vestido, elegante y sonriente, se atrevió a cantar en Cali, ante su público amado y que lo ama hasta en los recuerdos indelebles y en los idos también
Ellos sí pueden cantar con todas sus venas:
La pelea y el bochinche
No me hacen falta, decía
La Negra Mariana…
No me hacen falta
No me hacen falta
Se fue Frankie, solo Frank, aquel nacido en Nueva York y con alma latina, aquel que se enamoró tanto de Cali que desde aquí partió y donde su percusión quedó anclada en una música que no se detiene, porque allí está al alcance de quienes palpitan con el sonido Lebrón.