No sean ingenuos, Duque no es el dictador

No sean ingenuos, Duque no es el dictador

"Si a duras penas aprendió a hablar con telepronter y actuar su papel de presidente, mucho menos tiene capacidad y liderazgo para tomar el Estado bajo su mando"

Por: Diego Andrés Hernandez Bernal
agosto 28, 2020
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No sean ingenuos, Duque no es el dictador
Foto: Twitter @infopresidencia

Algo se está cocinando en el país a pasos agigantados y no es justamente Duque el dueño de la receta, él es simplemente quien la está siguiendo al pie de la letra como buen aprendiz de chef. Es imposible pensar que el “jefe de Estado” que le dio saludos al rey de España de parte de Uribe y Pastrana frente al mundo entero (1) pueda orquestar todo lo atípico que en política y gobierno estamos viviendo.

En días anteriores este medio publicó un artículo llamado Dejen de decir que Iván Duque es un gordito inocente y buena gente (2), basado en el trino de la periodista Olga Behar, con la que por cierto estoy totalmente de acuerdo. Y, aunque la secunde, tengo claro que es inevitable dejar de verlo como un burguesito valiente como un niño que juega a ser presidente, que cuenta chistes, que hace magia y que sobre todo no se cansa de hacer el ridículo.

Él es la imagen de la marca, el que inaugura puentes y vías, visita pueblos masacrados para regalar dulces y estadios de fútbol al mejor estilo de traqueto bonachón ¿Cómo fue que dijo? Ahhh sí, “ahí les dejo hablado para un estadio, pa' que los pelaos jueguen”.

Duque es el que canta, baila y sostiene el balón de fútbol en la cabeza. Duque es tan sumiso que se ha dejado acomodar para ser el mejor imitador de presidente de la historia. Basta con verlo dando una alocución presidencial; sus gestos parametrizados y repetitivos o su tic en el cachete izquierdo que arruga como gesto de gañán de pueblo cuando está intentando hablar con contundencia para darse cuenta de que es más falso que aquella moneda de mil pesos que falsificaban con tapas de alcantarillas.

El señor presidente de Colombia es un verdadero showman, lo ha demostrado con creces en su programa televisivo diario, aburrido y culebrero. Aunque hay que reconocer que hace todo un esfuerzo para vender ese universo paralelo donde él habita, donde todo es hermoso y perfecto. A la larga, Duque y su círculo cercano en palacio son una tragicomedia que nos tienen entre la risa y llanto (3).

Ahora bien, que el autor de “de qué me hablas, viejo”, “Polombia”, “el apoyo de los EE. UU. para nuestra independencia fue crucial”, “los siete enanitos”, “el subsidio de transporte para la educación universitaria virtual”, “¿cuántas cabecitas se hace?”, ese hombre de “extremo centro” que afirma que “los niños de bajos recursos no tienen la mejor nutrición”, ese profesor de eufemismos que acota “no se dicen masacres sino asesinatos colectivos”, es el que está orquestando una dictadura en Colombia no es cierto. Nos crean tan ingenuos.

La palabra dictadura cada vez toma más fuerza entre políticos, periodistas, opinadores e influencers, no solo por ser perfilados desde presidencia como negativo, neutro o positivo, sino también porque en todo el ambiente nacional se vienen entrelazando descaradamente y sin cinismo pasos detrás del gran showman, quien es el que está recibiendo la atención y la culpa. Ayer era tendencia #DuqueDictador y los medios revolotean como gaviotas entreteniendo más que informando sobre la fracturada independencia de poderes. Todo a raíz del nombramiento de Margarita Cabello como procuradora, su afinidad uribista y la acrobacia de Duque al tener entre su caja de juguetes Procuraduría, Contraloría, Defensoría del Pueblo y Fiscalía (con su inseparable Sancho Panza, su amigo de infancia y hermano de vida, el fiscal Barbosa).

¿Pero en serio están señalando a Duque de dictador? Si a duras penas el tipo aprendió a hablar con telepronter y actuar su papel de presidente, mucho menos tiene capacidad y liderazgo para tomarse un Estado completo bajo su mando. Este personaje en dos años no lo volveremos a ver… solo será el recuerdo de un ridículo presidencial de 4 años y un espantoso cuadro más colgado en la Casa de Nariño.

A donde hay que fijar la mirada es tras bambalinas. ¿Quién o quiénes piensan esas jugaditas?, ¿quién manda a Duque a que compre propiedades (entes de control) en su juego de monopolio? No hay que dejar en el olvido las vivas muestras del fascismo uribista, el deseo enfermizo de “salvar la patria” de Uribe y de sus seguidores al verlo como el Bolívar contemporáneo. El poder de sus acciones, su influencia en la política actual y sus medios para llegar a sus fines lo mostrarían como el perfecto führer criollo; pero ahora, con su detención preventiva, sus ganas de escapársele a la corte y sin lugar a dudas su suicidio asistido sobre la aprobación nacional, quedaría fuera de la corona real. Sin embargo, sin duda alguna su imagen y su legado no dejan de ser mesiánicos para algunos y un karma para muchos otros, más en un país donde el realismo mágico raya sobre la tragicomedia nacional.

¿Se podría pensar en una dictadura uribista más próxima y solapada de lo que imaginamos?

Desde épocas donde el expresidente y exsenador comandaba el país, el aquel entonces consejero de presidencia José Obdulio Gaviria se había convertido en el creador, promulgador y guardián de la “doctrina uribista”, de donde floreció en el 2006 el Centro de Pensamiento Primero Colombia, cuya función era consolidar a largo plazo las doctrinas de Álvaro Uribe. Sí, muy parecidos a las entonces Juventudes Hitlerianas de la época nazi (5).

Para la misma época, según el periodista Dario Arismendi, quien dio a conocer la noticia a mediados del 2019, José Obdulio lo buscó para solicitar su ayuda con la firme idea de que el uribismo quería gobernar los siguientes 20 o 30 años como lo hizo la Falange en la España de Franco (6). Y aunque al parecer esa negociación allí no se dio, todos sabemos que la información de los grandes medios y de muchos periodistas cada vez es menos independiente, más sesgada y poco rigurosa. Como diría Rosa Maria Calaf, periodista española y defensora del periodismo puro e independiente, la ciudadanía cree que está informada cuando solo está entretenida”.

Ahora bien, si Duque en sí no representa mayor peligro como persona, más allá de lo que todos conocemos hoy, con total certeza sé que no se autosuperará ni nos sorprenderá más allá de hacernos cuestionar si es peor su incompetencia, su ineptitud o sus ridículos. Tal y como lo mencionó Felix De Bedout en algún tuit: “Duque saldrá en 2 años de la presidencia, con 46 años de vida y un suelto vitalicio de presidente”. No volveremos a saber de él. El peligro eminente es la enfermedad del uribismo y el sucesor de turno que pongan de payasin. Qué bueno que somos muchos los que resultamos negativos.

(1) “Le mandan saludos” Duque con el Rey de España revienta las redes

(2) "Dejen de decir que Iván Duque es un gordito inocente y buena gente"

(3) El programa de TV de Duque que indigna a la oposición

(4) El centro de pensamiento que estudia y defiende la obra de Álvaro Uribe

(5) Diez antiguos miembros de las Juventudes Hitlerianas recuerdan cómo les adoctrinó el III Reich

(6) Darío Arizmendi revela secreto del uribismo tras su retiro de la radio

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