A principios de los años noventa no había nadie más deseado en Colombia que Lady Noriega. Era la diva absoluta, la consagrada, la que aparecía en los cuadernos de los jovencitos. Pablo Escobar, hombre temido y poderoso, se fijó en ella. Tres veces la invitó a que lo visitara en uno de sus escondrijos en Medellín. Ante el rechazo la amenazó. Lady tuvo que salir corriendo espantada de la ciudad donde había nacido en 1970.
Fue novia de Asprilla cuando este era uno de los mejores jugadores de fútbol del mundo y hasta se lanzó a ser cantante en 1996 cuando hizo un cover de Rafaela Carrá. En el año 2000 Lady Noriega, a sus 30 años, empezó a ser una fanática del ejercicio. Practicaba una de las disciplinas más difíciles y exigentes, el triatlón. Un día se cayó y se pegó tremenda caída. La cicatriz que se había abierto a la altura del mentón era preocupante. Le hicieron una sutura que con el paso de los días se transformó en una cicatriz prominente. Una cirujana le aplicó biopolímeros. Ella confió ciegamente, por algo la doctora era miembro de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica y los productos que le aplicaban habían sido aprobados por INVIMA. Seis años después, en el 2006, empezó un calvario que la sacó casi una década de la televisión y que no le dejó nada de los atributos que la llevaron a ser en 1991 señorita Córdoba.
Lady Noriega ignoraba que el liquido se esparce en la cara en los lugares más raros. El organismo empieza a reaccionar y se produce la abrupta inflamación. A Lady empezaron a salirle unas extrañas protuberancias en el mentón. Alarmada, busca a la famosa médica para que corrija su error. La doctora por salvarla la embarra peor, le raja la cumbamba y el hueco ya es inocultable. Fueron cuatro operaciones en donde lo que hicieron fue una carnicería con uno de los rostros más hermosos del país. Al final le dieron una noticia que a Lady casi la traumatiza: tenía que resignarse, no se podía hacer nada más.
Alejada de la televisión y con la depresión pesándole encima como un buitre gordo, se puso a escribir y dirigir obras de teatro. Mientras tanto iba visitando médicos que le recomendaban y que venían con el aval de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica pero cada intevención quirúrgica era una afrenta más a su belleza. En esas operaciones se gastó más de 20 millones de pesos.
En el 2011, cuando ya sentía que nada le haría recuperar el esplendor pasado, le recomendaron a Rodolfo Chaparro, miembro de la Asociación Colombiana de Cirugía Plástica. Cuando el médico la vio la llenó de confianza. Lo que ella tenía no era nada, él había tratado casos peores. Bastaron 40 minutos para que le arreglara la parte superior de su labio. Una semana después había recuperado su rostro. Fue tal el agradecimiento que ella terminó enamorada de su médico. Hoy tienen cinco años de matrimonio.
Desde su regreso a actuado para una serie en Telemundo que presenta el gran periodista Felix De Bedout y en donde interpretó a la fallecida cantante mexicana Jenny Rivera y presenta Sin tapujos, programa que desde 2017 es uno de los más vistos en Teleantioquia. A los 50 años se siente renacida y aliviada de poder contar que los polímeros en su rostro ya solo son un mal recuerdo.
