Dicen que los filósofos griegos odiaban las opiniones porque eran vacíos y carecían de fundamento argumentativo, de modo que la libertad de opinión, aunque se respetaba, se esperaba que tuviera fuerza argumentativa, esto es básicamente lo que hoy en día se denomina competencia lingüística.
Esto me recuerda el momento cuando el expresidente Álvaro Uribe Vélez fue notificado para que permaneciera en las instalaciones de su hacienda, las reacciones de la gente tuvieron diferentes panoramas, por decirlo de alguna manera.
Por un lado, los simpatizantes del expresidente salieron a las calles para expresar sus sentimientos y afectos hacia el expresidente y por ahí derecho lanzar uno que otro insulto a la Corte Suprema de Justicia, mientras tanto desde las élites intelectuales, esto es, desde el presidente Duque hacia abajo, había también expresiones en contra y a favor del expresidente y la Corte Suprema de Justicia.
En el ámbito del debate, me parecía presenciar una especie de pelea kickboxing, en el que por unos momentos los que estaban a favor de Uribe tenían razón en algunos aspectos, mientras que los otros, los que criticaban a Uribe, parecían tomar cierta ventaja unas veces, otras no.
En términos generales, o mejor dicho, en condiciones normales, esta situación no pasaría de la discusión y los gritos. Pero el ambiente se ha enrarecido tanto, que de una pelea de kickboxing se ha pasado a pensar en una absurda pero remota posibilidad de llevar el asunto, como diría León Tolstoi, a una triste guerra.
Pero no, es más el susto de los incendiarios, porque si hubiera salido de labios de Duque o de algún general del Ejército habría razones para creerlo. Así que solo quedan dos grupos que seguirán atizando todo tipo de rumores y las peleas por Twitter y Facebook, entonces se lanza nuevamente la pregunta quién ganará.
En este segundo tiempo de la pelea las razones de todo tipo desaparecen para darle cabida a los sentimientos y a las emociones, en otras palabras, a las pasiones humanas. Y es aquí donde la élite intelectual debe actuar para calmar los ánimos, al fin y al cabo, se supone que la razón vence a la fuerza bruta.
Y como siempre, históricamente los grandes perdedores siempre han sido la población, las instituciones, la economía, todo el mundo. Es por ello que es necesario seguir respetando la democracia representativa, que es donde se fundamenta Colombia como nación, y por medio de esa participación democrática tomar una decisión, y que los perdedores sigan en la pelea dando opiniones de toda clase, de esas que odiaban los griegos, pero que todo permanezca allí, como diría Tolstoi, para una paz eterna.