La propuesta generosa del Humberto de la Calle de formar una coalición de centro izquierda para arrebatarle el poder a la derecha encarnada en el gobierno de Iván Duque, tiene tanto de largo como de ancho. Resulta muy patriótico proponer la unidad nacional de todas las fuerzas políticas que no están con el gobierno, antes de las elecciones. Solo que equivale a que no haya debate electoral puesto que el espacio de esas fuerzas políticas que son tan disímiles consiste precisamente en medir sus fuerzas en las elecciones.
Y acabarían mezclándose el agua con el aceite. No tiene ningún sentido hacer una invitación a dirigentes como Gustavo Petro, Sergio Fajardo o Germán Vargas Lleras, a que se unan en una coalición programática de izquierda para presentar un candidato único frente a la remota posibilidad de que el actual Partido de Gobierno pueda seguir en el poder, cuando el debate electoral consistirá precisamente en escoger entre ellos y otros más, en coaliciones que surgirán de consultas entre los más afines y de la primera vuelta electoral.
La propuesta de Humberto de la Calle consiste en que habida cuenta la grave situación económica creada por la pandemia es necesario un acuerdo nacional del tamaño del que creó el Frente Nacional en tiempos de Alberto Lleras y Laureano Gómez. Ese acuerdo consistió precisamente en suprimir de hecho la controversia política para que se turnaran los partidos Liberal y Conservador en el poder. Los tiempos han cambiado y la política, y sobre todo los partidos, también. Es inevitable recordar la idea de Alfonso López Michelsen, adversario del Frente Nacional aun en las urnas, cuando definía al Partido Liberal como una coalición de tendencias de izquierda, para meter en ese saco una variopinta colección de movimientos, pues es precisamente a lo que más se parece la idea de un dirigente liberal tan connotado como de la Calle.
La geometría política, un tanto pasada de moda, de izquierda, centro y derecha, sirve sin embargo para esbozar al mundo político colombiano. Lo primero que hay que decir es que a los candidatos afines al gobierno Santos en la pasada elección presidencial, Humberto de la Calle y Germán Vargas, tan competentes como políticos, el desgaste del gobierno les pasó la cuenta y fueron apaleados en las urnas. Todo indica que ahora va a pasar algo parecido, pues el desgaste del gobierno y del partido de gobierno es y va a seguir siendo muy grande. No podría decirse que alguno de sus candidatos, todos minoritarios, sean una real opción presidencial. Es una regla bastante fija de la política que un partido desgastado en el poder lo pierde. Y ese partido, el Centro democrático, es la extrema derecha política. Sale del juego.
Como consecuencia la disputa final por el poder va ser entre la extrema izquierda y el centro, en todos sus matices de izquierda, de centro centro y de centro derecha, para seguir aplicando el preciso sistema geométrico a algo tan voluble como la política. La extrema izquierda claramente encarnada en Gustavo Petro y el centro, buscando candidato viable.
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Si hoy Petro oscila entre el 33 % y el 17 % de intención de voto, quiere decir que ha perdido entre dos y cuatro millones de votos respecto a las presidenciales de 2018, cuando votaron 20 millones
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Gustavo Petro es un candidato a quien casi todo el mundo conoce, con una imagen negativa muy grande, que tiende a crecer. Es muy difícil que a su alrededor se haga una coalición de centro. Va a quedarse más o menos solo con su caudal electoral que es muy grande. Si hoy Petro oscila entre el 33 % y el 17 % de intención de voto, que es mucho oscilar, quiere decir que ha perdido entre dos y cuatro millones de votos con respecto a las presidenciales de 2018, cuando votaron 20 millones de personas. Adicionalmente esas mismas encuestas dicen que entre quienes se denominan de centro y de derecha está más del 60 % del electorado, cifra consistente con los pasados resultados de la elección presidencial. No la tiene fácil.
Así pues, la mayoría de los votantes están en el centro y claramente Petro no es de centro, ni es percibido como de centro, ni tiene el apoyo de los votantes del centro. ¿Qué haría entonces como una figura dominante en una coalición de centro? El elector colombiano una y otra vez ha escogido a presidentes de carácter sereno, reflexivo y firme, que inspiran confianza en los empresarios, en los pequeños propietarios, en la clase media, en las transformaciones pausadas, en el cumplimiento de la función social de la propiedad y la función del estado como garante de la equidad a través del recaudo e inversión de los impuestos. Más en lo socialdemócrata que en el populismo. Sobre todo, ahora que hay que reconstruir el tejido social con el concurso de todos esos sectores. Todo lo que Petro no es, ni en lo que cree.
Así que la coalición del centro en todos sus matices debería construirse con una agenda económica y social progresista orientada a satisfacer las necesidades sentidas de la gente y un candidato viable que se identifique con ella. Y no debería ser con Petro sino contra lo que representa Petro, pero tampoco con Uribe sino contra lo que representa Uribe. Y el Gran Acuerdo Nacional que lo negocie el presidente electo, ese sí con todo el mundo.
La mayoría de los votantes están en el centro y claramente Petro no es de centro, ni es percibido como de centro, ni tiene el apoyo de los votantes del centro. Foto: Instagram/Gustavo Petro
