La Universidad de los Andes otorgo el pasado 20 de agosto el título de a la maestra Beatriz González, artista, educadora e investigadora de la historia del arte colombiano.
El titulo Doctora Honoris Causa destaca su contribución al arte nacional e internacional por su obra, pero también por sus aportes desde la década de los 60 a la investigación y la enseña de las artes plásticas..
Los colores de la Catedral de la Sagrada Familia de Bucaramanga, el metal de los avisos publicitarios, las Gráficas molinari, los periódicos mal impresos, el papel de colgadura y una lista infinita de materiales y objetos encontrados en las calles de la ciudad, fueron muchas veces el punto de partida de una reflexión profunda sobre la historia política del país en la obra de Beatriz González.
Esta conversación con Juan Manuel Ospina da claves para entender quien es Beatriz González
Su gran ruptura, que además significó un gran salto en el arte moderno en Colombia fue su obra: Los suicidas del Sisga, en 1965. La imagen que muchos de nosotros tenemos “clavada en la pupila” ya sea por el impacto de su historia o por el hipnotismo de sus colores, marcaba el comienzo de una nueva apuesta dentro del arte nacional. González empieza a inspirarse en la reportería gráfica y la prensa nacional, y golpea con fuera.
Pero además de los lienzos, los oleos y la pintura tradicional, comenzó a introducir elementos de la cultura popular, logrando imprimirle un gesto particular a los rostros de los personajes que allí se encontraban.
Después de la toma del Palacio de Justicia, su trabajo como el de muchos artistas de su generación, retomó la pregunta por la memoria y el olvido bajo la idea de que el arte contaba todo lo que la historia no podía. Desde este momento la artista declara: “No puedo reír más”, y convierte el dolor en uno de los motores de su obra. En una retrospectiva del Museum of Fine Arts de Houston se ha destacado la profundidad e intensidad con que el trabajo de Beatríz González aborda el dolor colectivo e individual de una sociedad, reconociéndolo como uno de los aportes más relevantes hechos al arte contemporáneo.
Además de su trabajo como investigadora de la historia del arte y la cultura colombiana, más de tres generaciones de artistas se han formado con ella, entre estos se destaca Doris Salcedo, con quien en el 2018 llevaron a la cabo la recuperación de los columnarios del Cementerio Central de Bogotá, un proyecto que se inició en el 2009 para conmemorar a las víctimas anónimas del conflicto.