Los colombianos estamos hasta la coronilla de la pugna eterna entre uribistas y petristas, que con su fanatismo extremo conducen al país hacia el abismo del odio entre los ciudadanos y hacia la indiferencia frente a los grandes asuntos que sí deben interesar a los verdaderos dirigentes de una nación.
Si el expresidente Uribe y el excandidato a la presidencia Petro verdaderamente aman a Colombia, como a cada rato lo manifiestan, su mayor aporte sería dar un paso al costado, dejando en el pasado sus egoístas concepciones de ser los únicos que pueden salvar a Colombia de la crisis que por muchos años hemos soportado.
Los uribistas y los petristas ya nos han hecho mucho daño. Han sembrado la falsa percepción de que sus jefes son los únicos líderes capaces de sacar a Colombia de la situación en la que ahora se encuentra, llevándose de paso lo poco que nos queda de amor a la patria.
Doctores Uribe y Petro, si quieren verdaderamente pasar a la historia como personas a quienes las futuras generaciones recuerden como forjadores de una próspera nación, retírense a sus cuarteles de invierno y disfruten del calor de sus familias, a las que han abandonado por los menesteres de la política. Seguro que Colombia se los agradecerá.