El sicariato del cartel de Medellín estaba dispuesto a moler a todo el país. No solo habían dado muerte el 11 de octubre de 1987 a Jaime Pardo Leal -presidente de la UP-, y perpetrado los peores crímenes en esa espiral de terror que inició en Medellín en 1984 sino que iban por los más altos dignatarios.
Rodrigo Lara Bonilla, el ministro de Justicia de Betancur, fue el primero en caer aquel 30 de abril de 1984. Ahora le tocaba el turno a otra personalidad estatal. El 4 de julio de 1989, hace 24 años, a las 7:45 de la mañana cuando se dirigía a su despacho, un carro bomba detonado a control remoto, hizo explosión volviendo pedazos el automóvil oficial del gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancur.
Con el mandatario murieron otras seis personas, cuatro policías y dos transeúntes en la Av. Pichincha de Medellín. Una verdadera masacre en pleno centro de la ciudad.
Ese día, el gobernador Roldán, de origen liberal y padre de dos niñas, llevaba un discurso listo que decía: "El derecho a la vida es el derecho fundamental del hombre, pero la violencia irracional sigue mancillando cada día ese sagrado derecho. Razón tenía Héctor Abad Gómez cuando anotaba que no es matando guerrilleros, soldados, hombres de bien, como vamos a salvar a Colombia. Es matando la pobreza, la ignorancia y el fanatismo, como podemos mejorar el país".
Una nota que iba a leer en un consejo de seguridad esa mañana y que se convirtió en su testamento político.
“Roldán era un político decente, muy liberal, que desde su posesión condenó la violencia paramilitar y llamaba siempre a la paz”, declaró hoy para esta página, Felipe Santos, en ese entonces secretario político del partido comunista de Antioquia y dirigente de la Unión Patriótica.
Santos añadió que “este crimen, entre las violencias cruzadas de la época, le sirvió a la oligarquía paisa que empezaba a ver con malos ojos al joven político que tenía las puertas abiertas a todos, incluida la izquierda”.
Recuerda que el partido y la UP tenían prevista una reunión en esos días con el gobernador Roldán para estudiar la grave situación de afrontaban esas organizaciones con la guerra sucia.
Precisamente, cinco días antes del crimen, el 29 de junio, Roldán había asistido a las honras fúnebres del dirigente de la UP de Antioquia, Alejandro Cárdenas, asesinado por sicarios y allí expresó ante la multitud que iba a encabezar un movimiento civil contra la guerra sucia.
Roldán solo alcanzó a estar en el cargo once meses y en este corto periodo enfatizó su gestión en desarrollar la educación en el departamento y promover los derechos humanos. Médico de profesión, trabajó en el área de salud en Urabá, en especial en Apartadó y allí vivió de cerca la pobreza que vivía la población en esa rica región bananera.
Su crimen continúa en la impunidad. El aeropuerto de Carepa, que sirve también a Apartadó, lleva su nombre.