Que termine su periodo un servidor público podría ser algo intrascendente y de rutina administrativa en el transcurrir del Estado, pero este en particular ha dejado una huella. Se va el defensor del pueblo...
Aunque no lo conozco personalmente, nos enteramos por los medios que padecía cáncer y vimos que a pesar de ello siempre estuvo ejerciendo su cargo con gallardía y coraje en las zonas alejadas de los centros urbanos, allá donde el Estado no llega.
Además, al margen de esa gran gestión que desarrolló en la Defensoría del Pueblo, hay un hecho que marca un hito en la administración pública del país: tal vez es el único servidor público con un cargo directivo que tuvo la grandeza de hacer la primera selección meritocrática de contratistas de prestación de servicios en el país.
De ese modo demostró que el clientelismo se puede derrotar con una gestión ajena a las recomendaciones políticas para vincular a un trabajador al Estado. A pesar de los obstáculos que le pusieron algunas personas y organizaciones, logró llevar este proceso hasta el final, según información que obtuve.
De hecho, se dice que los miles de defensores públicos de la Defensoría del Pueblo se seleccionan de la lista de elegibles conformada por los abogados que demostraron sus capacidades y méritos en pruebas que hizo la Universidad Nacional.
No será el proceso meritocrático perfecto, pero es el mejor ejemplo de que sí se puede hacer de la meritocracia constitucional una realidad para los contratistas de prestación de servicios.
Esta es una política pública que debería ser replicada por la función pública nacional, el servicio civil distrital y la alcaldía de Bogotá, instituciones que en mi opinión son legitimadoras del más vulgar clientelismo.
* Presidente Udemeritos.