El uribismo no es más que una ideología temporal, marcada en el pensamiento adoctrinado del populismo de derecha colombiano. ¿Qué tiene buena acogida? Sí, no hay que desmeritar ello. Es uno de los partidos políticos actuales más representativos del país, ha propiciado una lucha mediática, por supuesto, con la ayuda de medios de comunicación que están al servicio inoficioso de sus pensamientos y que divulgan, cuan propaganda, noticias que deberían permanecer en el marco de la imparcialidad informativa, pero que al fin y al cabo sirven a los intereses paupérrimos de sus jefes políticos para agarrar cuanta migaja pútrida dejan a su andanza.
Este pensamiento de extrema derecha, que pretende izar banderas defendiendo un supuesto “liberalismo económico”, está en su cuarto de hora, no le queda mucho tiempo. La única manera de sobrevivir es postergando a un Álvaro Uribe Vélez que envejece premeditadamente. ¿Han notado que a los políticos les llueve más duro los años? Envejecen más rápido y pesado; se les nota en su mirar, en su manera de andar, de expresarse y pensar; no coordinan de manera estructurada sus pensamientos y ello se nota en Twitter.
Ya quisieran muchos que Uribe fuera eterno. Si tuvieran la oportunidad, cuando muera, recogerían su cerebro y lo meterían en un frasco de líquido de vida para postergar sus doctrinas dictatoriales, tal cual Futurama, veríamos una cabeza flotante dirigiendo las riendas de un partido al que no le queda mucho tiempo; diciéndole a Paloma Valencia: “¡mire, mijita, usted va a ser la próxima presidenta de este platanal y el que se atreva a decir lo contrario le doy en la cara, marica!”.
El uribismo sin Uribe no es más que otro ismo sin base argumental, un polo que quedaría flotando entre tantos partidos y movimientos políticos que surgen cada dos por tres en este país. Este partido sin su más robusto representante no tendría los cimentos necesarios para seguir su rumbo en el caminar político de Colombia, siendo devorado por otros que están a su semejanza y que cada vez ganan más adeptos gracias a sus propias embarradas.
¿Quién podría tomar las riendas del uribismo cuando su jefe político ya no esté?
Jairo Libreros, analista político afirma que un candidato ideal para asumir las riendas de poder de este partido sería el presidente Iván Duque, esto por su “liderazgo político, social, institucional y económico”; sin embargo, el analista argumenta que dentro del partido existe una división notoria, puesto que dentro de él no hay una persona visible que lidere las riendas, más que Álvaro Uribe.
Otra opción dentro de los conocedores del partido sería María del Rosario Guerra, pero a ella solo la conocen los papás y alguno que otro uribista estrato 2.
Un partido tipo Titanic
El Centro Democrático y su bandera, “el uribismo”, gozan ahora de un aire e ínfulas de grandeza, cantando a pulmón hinchado ser el partido más grande de todo el país, el más poderoso y con más adeptos. Grandes empresas, corporaciones, centros religiosos y empresarios de todas las índoles tienen depositada su confianza, y otras cosas más, dentro del uribismo, han creado una secta religiosa donde Álvaro Uribe es el papa y quienes lo secundan sus obispos y sacerdotes; la doctrina es la hostia de cada día y el populismo el vino tinto de consagrar.
Esa ideología tiene, en estas épocas amargas, su recinto de gloria; sin embargo, les va a pasar como a aquel barco gigante que alardeaba que “ni siquiera Dios lo podría hundir”, pues en el momento en que el ahora investigado por fraude procesal no esté van naufragar como coloso mal herido por el rasguño de un témpano de hielo tan frío como el olvido de sus adeptos.
Los uribistas quieren al uribismo por la figura de su Reich criollo, no por lo que representa esta ideología. Ellos no siguen este partido por sus ideales o convicciones, sino por lo que significa este personaje para sus vidas; lo ven como una figura pública con quien tomarse fotos, toda una farándula de TikTok; para ellos es ese abuelo bonachón que en diciembre les da su aguinaldo y les pasa el billetico arrugado sin que sus papás se enteren. Uribe es ese abuelito buena gente y parchado que toma guaro con sancocho y trata de “mijitos” a sus seguidores, ¿quién no querría a un tipo así?
Sin embargo, una vez este sujeto deje sus últimos respiros en la tierra sus seguidores se irán olvidando de la existencia del propio partido y lo recordarán como un mártir que dio su vida por las insignias de su propia creación, dejando de lado todo aquello que alguna vez representó el uribismo y mudándose a otras alternativas donde puedan refugiarse y sentirse cómodos como los borregos mal alimentados que son.
¡El uribismo no es eterno y Uribe lo sabe!