En la actualidad, una de las periodistas revelación en Colombia es Erika Zapata. Esto por una curiosa razón: habla, piensa y siente como una campesina antioqueña, algo que se notaba a leguas y con frecuencia en sus presentaciones en directo como corresponsal de Caracol Noticias, algo que la colocaba en la picota pública. Unos la alababan, otros la critican agresivamente.
El programa Testigo Directo de Rafael Poveda se fue hasta las estribaciones de la montaña en la que reside Érika para conocer de cerca y en primera persona a esta muchacha. Ella ha habitado toda su vida en la vereda Barro Blanco, en el corregimiento de Santa Elena, cerca de Medellín.
Desde allá se ha bajado siempre durante dos horas en bus para cosechar sus sueños, entre otros, ser comunicadora social lo que un día alcanzó en la Universidad Luis Amigó de esa ciudad colombiana. Nunca la ha tenido fácil no solo por su humildad sino también por su marcado acento campesino que en no pocas veces le cerró puertas. Tanto que muchas veces se cuestionó si ese era el oficio que debería seguir. No se dio por vencida.
Por esas cosas de la vida llegó a Caracol e impactó con su estilo campechano. Ella no es un invento, ella es así. Su madre y su padre tienen fe en que vengan tiempos mejores. El propio presentador de Noticias Caracol, Juan Diego Alvira, la tiene en un buen concepto. Y ni qué decir, del director del Departamento Nacional de Estadísticas, Juan Daniel Oviedo, quien la comprende debido a que él también ha sufrido ataques por su manera de expresarse.
En este reportaje hecho con el apoyo del camarógrafo Sergio Adarve y de la autoría del cronista Héctor Sarasti se ve por qué Érika es periodista de papa y yuca.