Muchos lo han dicho, la gran prensa, en virtud de que sus propietarios hacen parte del poder, actúa como instrumento de propaganda del establecimiento. Aunque ello es obvio, siempre se esforzó en maquillar tal realidad y la defensa del poder se hizo detrás de la máscara de la neutralidad y la objetividad periodística.
No obstante, la defensa de los poderosos y el ataque a los opositores se filtra a través de cada poro de los “periodistas”. De ello siempre serán símbolo las dos entrevistas de Luis Carlos Vélez en la campaña presidencial pasada: a Petro con cronómetro en mano, a Duque con concurso de canciones de rock.
A medida que se agudiza la contradicción entre las posibilidades de la continuidad o el hundimiento del poder del uribismo, muchas máscaras se caen. Muchos periodistas asumen más abiertamente su papel de defensores del sector del poder con el que están relacionados. Desde su llegada a la revista Semana Vicky Dávila ha asumido sin rubor su condición de escudera del “presidente eterno”. De sus últimas seis columnas, cuatro han sido en defensa de Uribe y dos, en ataque a Petro.
En su más reciente columna Vicky funde el destino de Uribe con el de la patria. Si Uribe se hunde, se hunde la patria. Para Vicky, Uribe debe estar fuera del alcance de la ley, sin importar los crímenes que hubiese podido cometer. El nuevo grito de batalla de Vicky —y Vicky es de gritos— es “a Uribe no lo toquen”.
Señala que Uribe deber ser juzgado “…en derecho. ¡Solo en derecho!”, sin consideraciones políticas, por lo que pide que no se presione a la corte y que esta haga su trabajo. Sin embargo, expresa consideraciones políticas para que la corte las tenga en cuenta a la hora de decidir.
Para Vicky son los enemigos de Uribe quienes presionan a la Corte Suprema de Justicia para que le imponga una medida de aseguramiento. Se refiere a “…presiones inaceptables y dañinas”, especialmente de políticos y periodistas. Filtra el sentido de la decisión que se discute en la corte: cinco votos, dos a dos, con un indeciso; y señala que el magistrado ponente es el de línea más dura, quien pide detención intramural, es decir en una cárcel.
Además, afirma que, como Uribe es imbatible es política, sus enemigos han acudido a las denuncias penales para vencerlo. Tales enemigos son las FARC, Santos, la izquierda, Maduro, Cuba. Y cierra con una perla: si lo ponen preso, no llegará la paz, quizá la violencia se agudice, y ello queda en manos de la corte.
Ella insinúa que encarcelar a Uribe puede desencadenar una guerra civil. Ya Popeye lo había dicho si le ganaban las elecciones a Uribe. Que no se note la presión de esta periodista hacia la corte: la paz o la violencia dependen de poner o no preso a Uribe. Esto último recuerda los tiempos en que jefes liberales y conservadores agitaban sus banderas con la amenaza de la guerra civil. Finalmente, Vicky concluye, acertadamente, que sin Uribe el Centro Democrático se muere. Tiene claro que quienes comen de Uribe no podrán hacerlo si el patrón va a la cárcel.
Posdata. Para el 2022 parece haber mejores posibilidades de una alianza entre sectores alternativos y crece la idea de un viraje en el rumbo de Colombia a mediano plazo.