Cuando evocamos fechas como el 20 de julio o el 7 de agosto se invita a una sensación patriótica que nos identifique como nación: aquel 20 de julio de 1810 hubo un pronunciamiento que le decía al rey de España, al opresor, que querían seguir bajo su jurisdicción, tal vez como hoy día hace parte del Congreso, que en sus decisiones ratifica la dominación, defiende al opresor y hasta lo alberga en sus instalaciones. Tal vez la fecha que más evoca la libertad y el sentimiento de unidad sea la de la Batalla de Boyacá, donde la figura de Bolívar contrasta con el liderazgo actual de nuestra nación.
El 20 de julio de 2020 la pandemia permitió que la oprobiosa marcha de las fuerzas armadas se desarrollara, más aún en el contexto actual de desprestigio de tales cuerpos armados. El número de efectivos entre fuerzas militares y policía en el país es de 448.383 hombres, que contrasta con el número de docentes que corresponde a 315.917: en el escenario de la paz cabe preguntarse si lo que más requiere el país son docentes o fuerzas de policía y militar. Es así que el 20 de julio se hace homenaje a las fuerzas armadas del país, pero se desconoce y se deja sólo en un segundo plano a otras fuerzas e instituciones necesarias para consagrar a Colombia como una nación verdaderamente libre e independiente.
El ranking de la OCDE donde se estima el número de profesionales de medicina y enfermería en un amplio espectro de países ubica a Colombia en los últimos lugares luego de la India, Sudáfrica e Indonesia, con 1,8 médicos por cada mil habitantes, estas cifras nos muestran dónde se encuentran las prioridades del gobierno nacional, que se canalizan más hacia continuar el conflicto armado, ejemplo de ello son las tropas extranjeras en el territorio nacional, lo cual es un flagrante desafío hacia Venezuela, más aún si se recuerda que aquella es la tierra del Libertador, como se le concedió el título a Bolívar en el Congreso de Angostura.
El gobierno colombiano no puede seguir ocultando los niveles de desigualdad social que arrecian en el país, en el cual el nivel de desempleo asciende a las peores cifras de la historia: en el mes de mayo la cifra llegó al 21,4% lo cual contrasta con el mismo periodo del año anterior en el que la cifra se ubicó en el 10,5%.y del 19,8% en el mes de junio en contraste con el 9,4 del 2019 según refiere el DANE.
Gabriel Markus en Sopa de Wuhan afirma que ante el virus todos somos iguales, que no somos más que seres humanos, es decir animales de una determinada especie que ofrece un huésped a una reproducción mortal para muchos. Hasta allí podría coincidir con esta afirmación, pero la reflexión cambia en un contexto de economía de mercado, de desigualdad social, un contexto en el que se envía un ingente número de personas a las calles a pesar de que se tiene conocimiento según las proyecciones de los expertos que el pico epidemiológico llegará entre cuatro y ocho semanas, evidencia que para el gobierno existen unas capas de la sociedad a las que no se desea proteger, ratificando la necropolítica como una apuesta de Estado.
En la posesión del Congreso el presidente Duque afirmó que se tiene que evitar que la pandemia impida el camino para cerrar brechas sociales, pero esta apuesta lejos está de su perspectiva de gobierno, según se ha señalado con cifras que ratifican que las brechas sociales contrario a su cierre se siguen profundizando, de igual manera afirma que el sistema educativo tiene el mayor rubro en la historia de Colombia, pero no se reconocen los acuerdos anteriormente firmados con el magisterio, en donde se hace patente que hay una deuda pendiente referida a la reforma constitucional al Sistema General de Participaciones, hecho que hasta el momento no se ha desarrollado y que corresponde a los recursos que se transfieren por parte de la nación para financiar salud, educación y saneamiento básico.
Se sigue desconociendo de igual manera el conflicto armado interno y los acuerdos de paz firmados con las FARC, con la denominada política de paz con legalidad, profundizando la brecha, donde las cifras de asesinatos a excombatientes y líderes sociales van en aumento, siendo más de cien los líderes asesinados durante el 2020, sin olvidar las continuas violaciones y abusos hacia la población civil por parte de las fuerzas armadas encabezadas por el Ministerio de defensa y por supuesto, del presidente Duque.
Desconoce igualmente en su discurso la solicitud y mandato que es la constante en la extensión del territorio nacional de la Renta Básica; haciendo énfasis únicamente en la política y programas asistencialistas que contrario a dar salida a la crisis, la matizan. Indica también el fortalecimiento para siempre del sistema de salud, lo cual se traduce en un fortalecimiento al negocio de la salud que fue en lo que se convirtió el sistema con la reforma neoliberal del año 93, ratificada en la Ley 100.
Es así que como país no podemos caer en el aconductamiento que generan las reglas en la pandemia y que se quieren estabilizar como la norma contra la expresión popular. Hemos de estar atentos a la movilización social, que es la única herramienta que nos permitirá reversar las imposiciones oprobiosas de este gobierno (al igual que la gesta libertadora en su momento), que por cierto ha desconocido también al Congreso de la República en la serie de normas y decretos emitidos en medio de la emergencia sanitaria, sin hacer mención del trato que le merecen los miembros de la oposición con expresiones como “la vieja esa” o a los periodistas como el caso de la vicepresidenta en torno a las alianzas con Memo Fantasma.