Que alguien le explique al presidente Duque que en una pandemia, que no es otra cosa que una epidemia a nivel mundial, los picos no se pueden predecir. Las curvas no son como el lomo de una montaña o las curvas de una carretera, formas ya definidas que pueden anticiparse. Un escalador, por ejemplo, ve la cima de un cerro y puede calcular cuánto demorará en subir y volver a bajar, o en una vía se avisa al conductor que tan cerrada es la curva y así puede anticipar su peligrosidad, pero este no es el caso.
En el caso de esta enfermedad, tan nueva, sobre la que apenas se están descubriendo síntomas y niveles de gravedad, difícilmente se puede saber qué tan empinada se pondrá la curva y cuándo terminará de subir. Ergo: no hay como saber cuándo llegaremos al pico en Colombia. De hecho, ya son como tres o cuatro veces que Duque aplaza y aumenta los días de aislamiento con la disculpa de que ahora sí estamos llegando al pico.
Pero nada que llegamos. Por el contrario, la curva se empina más y no se ve cercano el pico, aunque la nueva fecha para levantar la cuarentena sea dizque el 31 de agosto. Ya veremos cuando llegue es día y el presidente nos lo vuelva a posponer, haciendo cara de epidemiólogo serio.
Y es que para establecer la apertura de la vida cotidiana es importante que se tenga claro cuándo está pasando lo más grave. Cosa que aquí nadie sabe. Cuidado nos pasa como en Estados Unidos, donde el loco de Trump, impuso reaperturas antes de que el virus cediera y ya han tenido que retroceder en esta medida varios estados y, los que no han vuelto a cerrar, como la Florida, la están pasando muy mal, pero muy mal.
Afortunadamente, en Colombia, Duque se ha cuidado de posponer esta apertura a medida que llegan las fechas señaladas por él mismo. Para eso y otras bobadas le sirve el programa diario que se ha inventado gracias al covid-19. Por ejemplo, le sirve para anunciar decretos que después se le caen ante el olvido de la firma de algunos ministros.
Para lo que no le sirve el programa de las seis de la tarde es para gobernar de verdad y no de mentiritas como lo está haciendo. No habla, para citar solo unos casos, de la grave situación de orden público, con masacres y sicariato desbordados. Tampoco habla de los repetidos casos de violaciones a niñas indígenas por parte de militares. Mucho menos se refiere a las graves denuncias de dineros sucios en su campaña. La ñeñepolítica no existe en el léxico presidencial.
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El presidente está convencido de que hace un buen papel dizque porque dos meses después de que nos llegara la pandemia, dio positivo en una curva, la de favorabilidad
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El presidente está convencido de que hace un buen papel dizque porque dos meses después de que nos llegara la pandemia, dio positivo en una curva, la de favorabilidad, y eso que apenas recuperó algunos puntos de los muchos que había perdido. Pero sentarse frente a una cámara de televisión todos los días a entrevistar gente ¡no es gobernar! Que alguien se lo diga, por favor.
Gobernar es poner en cintura a los militares. Gobernar es detener el desangre de líderes sociales. Gobernar es cumplir la promesa, mil veces repetida, de hacer que los corruptos paguen sus delitos. Gobernar es parar o al menos disminuir la deforestación en la Amazonía. Gobernar es pedir cuentas y resultados a sus ministros. Gobernar es desmantelar los cada vez más poderosos grupos paramilitares. Gobernar es cumplir el acuerdo de Paz. Gobernar es garantizar la independencia de la Fiscalía y dejar de feriar cargos públicos y favores diplomáticos entre sus amigos. Gobernar son tantas cosas que Iván Duque no hace… Y la única que le gusta hacer, aparecer en vivo y en directo en cadena de televisión diaria, lo acerca mucho a otro personaje que también llegó a la presidencia por señalamiento de su jefe político: Nicolás Maduro.
Ojalá se acabe la pandemia rápido, por nosotros los colombianos y por Duque que se gastó el primer año y medio haciendo poco y va para otro año haciendo menos.