Por acuerdos de mayorías parlamentarias, para el periodo legislativo que arrancó el 20 de julio último, la presidencia de la Comisión Sexta del Senado le corresponde al CD. Álvaro Uribe, jefe supremo del partido, había decidido que la presidenta sería la cordobesa Ruby Helena Chagüi, quien hace unos años fuera su jefe de prensa y asistente personal.
Pero la rubia ceretiana ensilló las mulas sin tenerlas. Se equivocó. Pensó que con la orden dada por su jefe y con ser su amiga cercana era suficiente para hacerse con la Comisión Sexta. Y se le pasó por alto un detalle: no hizo lobby, no cabildeó, no consintió a sus miembros. Cosa que la impetuosa casanareña, de Aguazul, Amanda Rocío González sí venía haciendo desde hace rato. Habló con todos los miembros de la comisión. Los hizo sentir importantes. Los mimó…
Desde luego que, más que el cabildeo personal, fue su indiscutible trabajo y sus resultados políticos en la región, en bien del CD, lo que pesó al momento de los comisionados votar por ella. La senadora hizo respetar al llano, a Casanare. Exigió reconocimiento e inclusión política territorial por méritos, no por simples componendas a favor de la rosca costeña.
Contar con la segunda votación porcentual nacional que eligió al presidente Iván Duque, tener gobernador saliente y entrante, senadora (con la tercera votación del CD en el país), representante a la Cámara, alcaldes, decenas de concejales y ediles no es cualquier cosa. ¡Son votos! A su vez, otro argumento que inclinó la balanza a su favor, fue el derecho legítimo y constitucional que tenía como ciudadana de elegir y ser elegida. Máxime cuando se sabía que eran dos las candidatas que aspiraban, a la presidencia.
Por eso la orden de Uribe y de paso los tales acuerdos y directrices de la bancada del CD no fueron tenidos en cuenta. Los que hablaron fueron los votos, los hechos políticos, el apoyo incondicional de los casanareños al CD y al expresidente desde su primera campaña presidencial, convirtiéndose actualmente en la región más uribista de Colombia.
Ahora bien, si se repasa los nombres de quienes votaron por ella, también es evidente, claro, que Uribe dio papaya y pum, se la partieron. Aunque el voto fue secreto, se sabe que levantaron el pulgar Criselda Lobo (P. de las FARC), Jorge Eliécer Guevara (P. Alianza Verde), Soledad Tamayo (P. Conservador), Antonio Zabaraín (P. Cambio Radical), Horacio José Serpa (P. Liberal), Julián Bedoya (P. Liberal), Iván Darío Agudelo (P. Liberal) y, obviamente, la misma Amanda Rocío. Fueron 8 a favor de ella, 4 por la Chagüi y 1 en blanco.
La molestia de Uribe es entendible: una criolla campesina casanareña, absolutamente desconocida en el país político, se atrevió a retarlo, a desobedecerlo… ¡y lo venció! Él, quisquilloso y frentero (sobre todo cuando lo desafían) no se va a quedar atragantado con ese sapo. Está en entredicho su omnipotente poder dentro del CD. De ahí que ha declarado que apoyará una eventual investigación interna contra la senadora.
Eso es pura espuma de cerveza. Lo hace para quedar bien ante la opinión pública. Para meterle miedo a otros que intenten “sublevarse”. También para darle contentillo a la Chagüi. Satanizar a Casanare, que le ha entregado tanto histórica y económicamente al país, y políticamente al CD, sería un grueso error. Por eso, una hipotética investigación disciplinaria no pasará de un jalón de orejas. De hecho, al momento de escribir esta columna, la senadora casanareña no ha recibido notificación alguna del CD. Y ya han pasado seis días desde su astuta y osada jugada de ajedrecista.
Algunos que se creen “intocables vacas sagradas” y dueños del CD como José Obdulio Gaviria, María del Rosario Guerra, Ernesto Macías, Ciro Ramírez, Carlos Felipe Mejía, Paloma Valencia y Honorio Enríquez, entre otros, son quienes le están armando el zafarrancho a la novel senadora casanareña. La acusan de traicionar el pensamiento del partido, de promover la infidelidad ideológica, de fracturar la bancada. Lo más paradójico es que esos no ponen muchos votos. Si se destetan de Uribe, terminan siendo unos flacos y grises candidatos sin electores. A todos ellos la llanera los derrotó con votos en las elecciones al Congreso de 2018. A nivel nacional puso la tercera votación, superada, desde luego, por Uribe. Y por Paola Holguín.
Aunque no lo expresan abiertamente por temor a ser reseñados de “desleales”, salvo las “vacas sagradas” al interior del CD la inmensa mayoría de Senadores y de Representantes a la Cámara celebran y respaldan a Amanda Rocío. Lo hacen en los zaguanes, pasillos y restaurantes del Congreso. En silencio, en murmullos,,, pero aplaudiendo a la mujer de sombrero, jeans y botas.
En su corta pero exitosa vida política a la senadora Amanda Rocío no le han regalado nada. Desde luego hoy está bajo la sombrilla de Uribe. Pero los 45.505 votos que obtuvo el 11 de marzo de 2018 fueron trabajados, luchados uno por uno. Con esfuerzo y sudor. Por eso le pertenecen a ella. No a las decisiones monolíticas del CD y unipersonales de Álvaro Uribe. Por ende, también es suya la curul que hoy ocupa con gran mérito en el Senado. Si el país no sabía que ella existía, ahora sí lo sabe. Mujer pantalonuda que le dio jaque mate a Uribe, digo yo.