Ante su fracasada gestión de la pandemia, Claudia López se juega la candidatura presidencial con otro titánico proyecto.
La alcaldesa de Bogotá borró de un plumazo el TransMilenio por la carrera Séptima de Bogotá para convertir una de las pocas y principales vías arterias que tiene la ciudad capital en un “corredor verde” (aunque yo particularmente no entiendo muy bien ese concepto).
Esta vía, antes llamada Calle Real y que hoy tiene una longitud de 23.400 Kilómetros, nace en el centro de Bogotá, más exactamente en la Plaza de Bolívar, donde comienza su ancho recorrido. Más adelante, pasando por la Avenida 19, se convierte en doble calzada, sigue por el Parque Nacional, avanza por todo Chapinero, pasa por la Calle 72, continúa pasando por la desviación a La Calera y así sigue su recorrido por el Cantón Norte, Altos de Santa Bárbara y Usaquén hasta las de bifurcaciones de Bogotá, donde pasa por portales de TransMilenio, centros comerciales y se inicia la salida de la ciudad por el norte.
Por eso no entiendo muy bien esto de que “la Séptima será un corredor verde”, según dice Claudia López.
¿Será desde la Plaza de Bolivar hasta la calle 26?, ¿más allá?, ¿toda?
¿Será acaso una alfombra de césped para ese reguero inmenso de vendedores ambulantes sucios, desaliñados, malolientes, que sin ningún atisbo de higiene venden a gritos y música estridente cuantos cacharros y comidas chatarra se les ocurra, estorbando junto con las ciclovías de frente a toda la cadena de almacenes que hace muchos años funcionan sobre la importantísima vía bogotana?
Y vuelvo a preguntarme: ¿será hasta ahí?, ¿hasta la 26, ¿el resto…qué?, ¿será toda?
Como sea, ella ya ordenó que la Séptima sea un “corredor verde”, a lo que agregó: “más amable, con el ciclista y el peatón”. Entonces por proceso de eliminación, carros en las vías de ambos sentidos, ¿no? Si se eliminan carros, la congestión por las vías paralelas, como la Décima, la Caracas y la Circunvalar y otras, los tranques van a ser e-ter-nos…
O si mezcla por la Séptima carros en doble vía, transporte público (ya no TransMilenio), motociclistas, ciclistas, vendedores ambulantes y peatones va a tener que ser un “sancocho” muy bien ordenado, porque el revuelto de todo esto, al ampliar los andenes y las aceras, y al sembrar más árboles a lo largo y ancho de casi 25.000 kilómetros, ocasionará múltiples y consecutivos cierres a lo largo de la vía durante los casi tres años que aproximadamente puede tomar convertirla en un “corredor verde”; eso sí, con los correspondientes tranques y desviaciones, y en detrimento de todo los que sea local comercial o viviendas en sus siete primeros pisos (por el ruido de la maquinaria amarilla, las palas mecánicas, las retroexcavadoras, los camiones, las volquetas, los taladros, etcétera).
La verdad no me queda claro qué es lo que la alcadesa quiere hacer. Y es pertinente que lo aclare y lo explique con audiovisuales 3D, un presupuesto y un cronograma. Antes de que se sé un solo mazazo que rompa la calle, los bogotanos debemos tener la oportunidad de ver, entender y analizar cuadra por cuadra lo que se quiere, y luego someterlo a plebiscito.
Sea como sea, el “corredor verde” se terminaría en el mejor de los casos en cinco años, cuando ella ya no será la alcaldesa y estará en plena campaña presidencial. Así que que lo único que dejaría en su legado como alcaldesa sería ese “corredor verde”, que más le vale que cuando lo presente a plebiscito sea algo que amerite la titánica obra y que pueda lucir con orgullo ella y la ciudad... porque hasta el momento incluido el manejo, despistado, autoritario y grosero de la pandemia no le da sino para volver a su casa y quedarse junto a su esposa.