"El gobierno mexicano debe hacerse sentir en presencia" fue el argumento del expresidente Felipe Calderón (2006-2012) cuando hizo oficial la compra de un novedoso e imponente Boeing 787 en el 2012, por 219 millones de dólares. Con esta aeronave, México ostentaría el segundo mejor avión presidencial en todo el continente americano, después del Air Force 1 de Estados Unidos.
La entrega del avión se demoró 4 años y fue Enrique Peña Nieto quien lo estrenó en febrero del 2016, y quien dio mucho uso con viajes a todos los continentes durante sus dos últimos años de mandato. Sin embargo, en 2018 cuando Andres Lopez Obrador fue elegido nuevo presidente de México, anunció un plan de austeridad en su gobierno, muy distante a los lujos que para él representaba el Boeing 787 que tenía a su disposición. Nunca lo utilizó y, con sólo 2 años de uso, lo puso en venta a las pocas semanas de haber ganado en las urnas.
Por las dificultades para encontrar a un comprador, López Obrador propuso rifarlo, aunque al final el Gobierno optó por un sorteo en la Lotería Nacional con un premio equivalente al precio de la aeronave. El sorteo, programado para el próximo 15 de septiembre con solo un cuarto de los boletos vendidos, repartirá 100 premios con un valor cercano a los USD 90 millones. Sin embargo, parecería estar desistiendo de la idea porque el gobierno mexicano reveló que aceptará una oferta de compra que hizo un privado por USD 120 millones, del cual ya se recibió un importante anticipo.