Una celebración confinada

Una celebración confinada

El pasado 20 de julio se vivió de forma distinta por cuenta del COVID-19. Una reflexión al respecto

Por: Manuel Tiberio Bermúdez
julio 23, 2020
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Una celebración confinada
Foto: PxFuel

Como todos los años por esta misma fecha, los colombianos rememoramos el llamado grito de independencia. Sin embargo, en esta oportunidad, un invisible bicho, que nos visibiliza en las estadísticas de contagio o de muerte, nos tuvo encerrados para el festejo: por ende, los desfiles militares acostumbrados no se realizaron.

No obstante, si rememoramos un poco, no hace mucho a la vista de un florero a nuestros compatriotas les hervía la sangre de patriotismo y temblaban de emoción ante la sola palabra independencia, pues recordaban inmediatamente las historias que a punta de regla nos dejó grabado en nuestro cacumen el profesor de historia patria, quien año tras año nos repetía el cuento de que el florero de Llorente fue la causa de la gazapera emancipadora que se disparó ese día, 20 de julio de 1810, en Santa Fe de Bogotá.

Pues bien, normalmente, en medio de esa conmemoración, miles de colombianos, obligados por la falta de un futuro mejor en su territorio, se volvían tricolores ambulantes en los países a donde les llevó el exilio voluntario para festejar, lejos de su patria, el día de la independencia. Entonces no era raro ver por televisión a miles de paisanos y paisanas, junto con sus críos, convertidos en banderas vivientes que bailaban cumbia, mapalé y otros ritmos que en su patria despreciaban, y que de paso ondeaban la bandera a la que antes en los eventos patrios no se atrevían a exhibir en sus casas. Aun así, allá en la lejanía, temblaban como epilépticos de fervor patrio y entornaban los ojos como a punto de desmayo cuando cantaban a grito herido el himno nacional, que en su patria apenas si entreabrían los labios en una mueca de canto.

¿Y entonces lo recuerdan? En parques como de Flushing Meadows, de Nueva York, nuestros coterráneos se volvían protagonistas para los noticieros, que devolvían sus imágenes en donde se destacaba el fervor patrio que hinchaba los corazones de la diáspora colombiana en los distintos países del mundo, a los que la falta de oportunidades en su territorio los llevó hace años.

Pero qué diablos, había que celebrar y contagiarnos de ese patriotismo que se sentía en el ambiente... entonces nos uníamos a los coros de la celebración y mientras presenciabámos los desfiles de los soldaditos que se juegan su vida para mantener la democracia en esta patria que nos toca en suerte vivir, le echábamos un poco de cabeza a esta celebración, porque tengo la ligera sensación de que aún nos falta mucho para declararnos libres.

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