Quizás, a diferencia de muchos, yo no siento esa necesidad de patriotismo para exaltar un imaginario. Ni la banderita desteñida en la calle, ni la foto en redes sociales, ni ese espíritu nacionalista sobresale hoy en medio de este Estado fallido en el que vivimos. ¿Cuál es la razón? Bueno, creo que existen por lo menos diez elementos para no conmemorar la independencia de un país que sigue colonizado, pero no por España, sino por los intereses de una caterva de hijos de puta que, como buenos terratenientes, manejan este bello país como si fuera su finca. A continuación, mis razones:
1. Colombia vive bajo la opresión y el yugo de una clase política narcoterrorista y corrupta. Una clase política deshumanizada en el ejercicio de lo social que compra y vende conciencias al gusto de sus intereses políticos y económicos.
2. Colombia nunca ha sido libre ni soberana. Ha permitido durante décadas la intromisión de naciones extranjeras para que influyan directa e indirectamente en la realidad social y económica del país. Intromisiones que han contribuido a la pobreza, a la desigualdad social y a la violación de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
3. Nunca hemos conocido el verdadero significado de la palabra justicia. La justicia y la legalidad en Colombia son tratadas como rameras de 5 pesos a las que, con monedas por debajo de la mesa, se les convence de mirar para otro lado para obtener beneficios particulares que están en contravía con los marcos legales que rigen a la nación.
4. No existe un ejercicio de gobernabilidad, esto es, unas condiciones favorables en el ejercicio del poder que contribuya a la interacción del Estado con los miembros del país, para la construcción de un orden social favorable con las necesidades, las condiciones y los retos de nuestra nación.
5. Logramos la separación de España gracias a las armas del ejército y de la población civil. Esas mismas armas que hoy, vestidas de sangre de colombianos asesinados por el ejército nacional y cubiertas con la ropa de las niñas y mujeres violadas por miembros de esta fuerza, no se consideran legítimas ni garantizan seguridad y protección a los ciudadanos.
6. No existe la independencia en un Estado guerrerista que ha considera la muerte como la única y la mejor salida a los conflictos internos que llevan más de 50 años. La incapacidad de diálogo, consenso y acuerdo, para contribuir a la construcción de país, se muestran como una deficiencia en medio de un país violento que, en sus relaciones cotidianas, hacen apologías constantes a la violencia.
7. No existe independencia cuando en Colombia, los recursos naturales, son dados a las multinacionales extranjeras para que saqueen las riquezas de nuestra nación. Ese extractivismo afecta el desarrollo económico de la nación en tanto beneficia la acumulación del capital de los grandes emporios y fomenta el desplazamiento de las comunidades y el deterioro del medio ambiente.
8. No existe independencia en Colombia en tanto no se respetan los derechos de los grupos vulnerables, las comunidades indígenas y afrodescendientes, las víctimas del conflicto armado, los líderes sociales, las mujeres y los desplazados. Todos ellos sirven como recurso semántico del discurso político en tiempos de campaña, pero nunca han sido un punto primordial en la agenda política para garantizar los derechos que les han sido violados por el Estado y los grupos armados al margen de la ley.
9. No habrá independencia en tanto no existan garantías laborales para todos los sectores de la economía y, esto pueda contribuir a una vida digna de todos y cada uno de los ciudadanos. No habrá independencia en tanto sistemas como la salud y la educación carezcan de inversión estatal. No habrá independencia en tanto la injusticia, la desigualdad social y la violencia sean los principios sobre los cuales, los políticos actuales han fundado su “Estado privado de derecho”.
10. No puede existir independencia cuando el grueso de la población civil no tiene una conciencia política que invite a la lucha por sus derechos. Seguimos siendo un país ignorante a nivel político que, bajo la idea de los caudillos, espera la llegada de un mesías que nos de la independencia por la que no hemos luchado.
Posdata 1. ¿De verdad este país puede tener principios de independencia cuando elige como presidente del Senado a Arturo Char? Un político de esas casas de la costa mañosa, acomodada, corrupta y vinculada a uno de los escándalos de compra de votos más fuertes en los últimos tiempos. Una casa política que se ha enriquecido a costillas del pueblo y de una doctrina populista que engaña con mercados a los más incautos y hambrientos pobladores de la costa atlántica.
Posdata 2. ¿De verdad podemos hablar de independencia cuando las iglesias y los medios de comunicación en Colombia manipulan con mentiras y engaños al pueblo bajo una doctrina errónea de lo políticamente correcto?
Recordaré el triunfo de los héroes de la patria a finales del siglo XIX, pero no exaltaré un principio de independencia del cual carecemos.
