Colombia, al parecer, es un país donde la doble moral brota por los poros. La gravedad de nuestras acciones, en muchos casos, no es 'juzgada' por nosotros con total objetividad. El colombiano promedio es un personaje que, lamentablemente, con sus actos basados en la falta de justicia ha sido una pieza decisiva para convertir a nuestro paraíso en lo que es actualmente. Nos indignamos (por redes sociales, porque al momento de protestar de verdad nadie aparece en las calles) por cualquier tipo de cosa, sin hacer una evaluación profunda de nuestro pasado, en muchos casos, inmediato. Durante la ultima semana el tema "Zuñiga" nos ha llenado de molestia; no podemos comprender como algunos brasileños quieren hacerle daño a nuestro guerrero, tras la lesión que, accidentalmente, produjo el volante colombiano al "10" del Barcelona en el partido de cuartos de final del mundial. Definitivamente, es una locura pensar que un pueblo como el de los hermanos de Brasil responda así a una situación que, claramente, puede pasar en cualquier partido de fútbol. Nosotros como colombianos, por desgracia, no tenemos la capacidad 'moral' de juzgar este hecho que genera repudio en la comunidad internacional. Ya les recuerdo y explico por qué. Seguramente nuestra memoria, limitada, no pudo retenido lo que hace menos de 6 meses estaba pasando en nuestro país.
Si tratamos de recordar lo sucedido en Brasil, el pasado viernes, podemos ver como muchas cosas fueron confusas en el momento de la lesión del crack brasileño. De hecho, millones de colombianos (incluyéndome) pensamos tras ver caer en el césped de Fortaleza a Neymar, que no era nada grave sino el resultado de otra de sus memorables "actuaciones" para confundir al árbitro Carballo. En el momento en que mis ojos lo vieron salir del campo, en esa horrible camilla, definitivamente me dije "Ésto sí debe ser grave". Horas después del partido, cuando mi despecho estaba en su climax, medios del mundo difundian la tragedia. El rodillazo, propio del juego y para mí sin intención de hacer daño, de Camilo Zuñiga en la espalda de Neymar le había costado al delantero surgido en el Santos su participación en el resto de la Copa del Mundo. Los brasileños, preocupados por el nivel de su selección y hundidos en la impotencia por perder a su as de espadas, empezaron a tildar de 'criminal', 'asesino' y 'delincuente' a nuestro héroe nacional. Horas más tarde las amenazas, formales, contra el ex volante de Atlético Nacional eran un hecho. Por supuesto, todos nosotros, sentimos una molestia más grande que el Maracana. Repudio era la palabra común entre todos mis connacionales. Eso sí, lo importante que dejo la situación fue ver al pueblo unido respaldando al moreno. De hecho el volante del Nápoles recibió más apoyo, de nosotros y el Gobierno, que nuestros campesinos en el 2013.
Por otra parte, hay una fecha en el calendario del 2014 que fue nefasto para millones de colombianos. El día 22 del primer mes del año, desde Francia, vivíamos un momento lleno de preocupación y desconcierto. El máximo ídolo del fútbol colombiano, hasta ese momento, había sufrido una lesión gravísima en un partido de la copa del país galo. En el encuentro entre el Mónaco y el Chasselay las alarmas se habían prendido tras una entrada, fuerte, del defensor Soner Ertek sobre Radamel Falcao García. La rodilla del goleador, nacido en Santa Marta, resultó gravemente perjudicada y el sueño de millones de ver al tigre en las canchas de Brasil, aparentemente, se había quebrado. Horas más tarde, la confirmación de la tragedia estaba en todos los periódicos, noticieros y emisoras del país. Falcao, seguramente, no iba a poder jugar el mundial; situación que, finalmente, ocurrió. En ese momento, millones de colombianos no podíamos creer que esto fuese real, otros no salían del asombro y sin dudarlo usaban calificativos como 'animal', 'bestia', 'desgraciado' y muchos otros, como los utilizados hace una semana contra Zuñiga, que caían en la espalda del defensor del equipo de la tercera división del fútbol francés. Minutos más tarde, en un acto que debería llenar de vergüenza al país, se daba a conocer que el amateur había recibido amenazas desde Colombia, tras el suceso de infortunio ocurrido ese día de invierno europeo. Fueron tan graves las amenazas que el jugador denunció los hechos, mientras millones de colombianos no paraban de insultar desde sus cuentas de Facebook y Twitter al humilde colega de nuestro goleador de raza.
Probablemente esta situación anecdótica no estaba en la mente de muchos de nosotros. Seguramente el brillante mundial de James Rodríguez nos hizo olvidar la ausencia del "9" ex Atlético de Madrid. El problema, entonces, ya lo habíamos vivido pero visto desde otra óptica. Por supuesto no apoyo las amenazas en contra de ninguno; ellos, solamente, son gente que práctica un deporte de contacto donde las lesiones siempre han existido. Ni Ertek, ni Zuñiga, ni cualquier otro jugador, en muchos casos, piensa lesionar de esa forma y menos a personajes del peso de Falcao o Neymar. No podemos ser tan hipócritas de expresar, ahora, nuestro repudio conjunto sobre unas acciones que hace semanas estábamos cometiendo. La lección, ojalá, quede aprendida para el pueblo colombiano. Tal vez Zuñiga está pagando, en este momento, el karma de tener la misma nacionalidad de los violentos e irracionales que querían hacer daño, en enero, al defensor que, accidentalmente, fracturó la rodilla del tigre. Pensemos antes de juzgar, de forma descomunal, diferentes situaciones y más cuando tienen que ver con un deporte que, claramente, debería darnos paz y no guerra.
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