La última llamada que recibió Rodrigo Lara Restrepo de su papá fue el 30 de abril de 1984. Tenía ocho años. Eran las 7 de la noche y lo llamó desde el teléfono satelital instalado en el Mercedes blanco el entonces ministerio de Justicia. Le preguntó por las tareas. Estaba viendo en la televisión el Show de Jimmy.
Rodrigo era el mayor de tres hermanos. Desde los cinco años ya acompañaba a su papá a las manifestaciones del Nuevo Liberalismo la disidencia de los jóvenes rebeldes liberales frente a la linea tradicional de Julio Cesar Turbay Ayala, y que unió entrañablemente a Lara con Luis Carlos Galán. Buscaban construir una alternativa presidencial bajo las banderas de la lucha contra la corrupción y los dineros ilegales del narcotráfico que empezaba a mostrar sus dientes. El candidato conservador Belisario Betancur quien le ganó la mano al liberal Alfonso Lopez Michelsen en las elecciones de 1982, se propuso hacer un gobierno de unidad nacional invitando a distintas fuerzas políticas. Nombró a Rodrigo Lara Bonilla Ministro de justicia. La señal era clara en su propósito de poner en cintura el narcotráfico que empezaba a avanzar sin tregua.
Quien se perfilaba desde ya como el capo mayor Pablo Escobar, habían logrado llegar al Congreso en las elecciones de 1982, como suplente del Representante a la Cámara Liberal Jairo Ortega. Los narcos copaban espacios. Incluso, el 10 de febrero de 1982, varios periódicos del país celebraban así el arribo de Escobar a la política: “Apoyamos la candidatura de Pablo Escobar para la Cámara porque su juventud, su inteligencia y su amor por los desprotegidos lo hacen merecedor de la envidia de los políticos de cóctel. Porque lo apoyan todos los liberales y conservadores del Magdalena Medio, ya que ha sido El Mesías de esta región".
Ortega fue la ficha clave con la que Escobar pensaba lograr su sueño de ser presidente de la república. Antepuso la fidelidad al capo que a su partido. Y se prestó para tenderle una celada al joven ministro de Lara Bonilla, quien apenas tenía 8 años. El propósito era tumbarlo. Sabían de antemano que los perseguiría y necesitaban quitarlo del camino. En pleno debate sobre los llamados dineros calientes, 19 de septiembre de 1983, el representante Ortega se atrevió a acusar al Ministro de justicia de haber recibido recursos del narcotráfico para la financiación electoral mostrando un cheque del narcotraficante del Amazonas Evaristo Porras. Reveló además una grabación ininteligible de una supuesta conversación entre Porras y Lara. Pablo Escobar no se hizo presente. El discurso de ese gran orador que era Lara Bonilla, con el que pensaba desenmascarar a Escobar fue un boomerang en su contra. En un instante el Ministro pasó de acusador a acusado.
Carlos Ledher, quien por se presentaba como un próspero empresario de Armenia, propietario entre otras de La Posada Alemana donde hacía de anfitrión de mucho personaje político, estaba en las barras del Capitolio. Aspiraba también a avanzar en una carrera política y vio la oportunidad: llenó con su presencia y la de sus guardaespaldas de confianza una de las cabinas destinadas a la prensa en el Congreso y desde allí se hizo sentir: abucheaba y aplaudía.
No sería esta la única alianza de Carlos Lehder con Pablo Escobar, la relación sería cada dia más cercana y apoyados por Gonzalo Rodríguez Gacha se convertirían en una triada asesina. El Ministro Lara estaba en la mira. El 30 de marzo de 1984 ordenaron hundir el gatillo.
Treinta y seis años después del asesinato de su padre Rodrigo Lara está en el escenario donde su papá dio tantas batallas inútiles: el Congreso de la República. No es uno más de los miles de huérfanos del narcotráfico en Colombia. Tiene una responsabilidad política y la obligación de ser un referente con sus actuaciones. Ha visto desenvolverse una nueva película: el viaje a la libertad de Carlos Lehder, uno de los verdugos de su padre, que empezó el 16 de junio pasado, cuando llegó a Frankfurt.
Había pasado 33 años detenido en una cárcel de máximo seguridad por delitos de narcotráfico. No por el asesinato de su padre. Ha hecho oído su voz en Alemania y la vicepresidenta de la bancada del Partido Socialista, Heike Hansel, está atenta para asegurar que los días de Lehder en su pais no sean tranquilos.
Rodrigo Lara no piensa quedarse quieto ni permitir la impunidad cubierta por la nacionalidad alemana. Lara Restrepo le presentó a la Jurisdicción Especial para la Paz, la JEP, su solicitud para ser reconocido como víctima y que Lehder sea reconocido como actor del conflicto y que hable lo que sepa.
El crimen de Rodrigo Lara Bonilla fue declarado en el 2012 de lesa humanidad con lo cual nunca prescribe, pero más que eso, en la memoria de su hijo permanece vivo.