Ese interrogante que lanzan los desaventurados personajes del programa humorístico El Chapulín Colorado está de moda en nuestro inmenso platanal. El desespero, producto de la pandemia, se agudiza más con las escalofriantes cifras del desempleo y del aumento de la pobreza multidimensional que arrojan los datos oficiales.
Recién hemos sido testigos de una de las afirmaciones más aberrantes, que sin duda quedará en la retina nacional y en el libro de las frases criollas más celebres de los últimos tiempos: los pobres son los más afectados por no tener ahorros. La dueña de la premisa es la señora vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez, dinosaurio rimbombante y conocido de vieja data por su largo trasegar de atenida en el ejercicio público.
El timón del barco nacional es comandado por un grupúsculo de personajes que se hacen llamar, eso sí, inmerecidamente, dirigencia nacional. Vamos, como lo indica la carta de navegación, de frente contra el gran iceberg del desempleo, la pobreza y la muerte. El mamonazo del golpe, como decimos coloquialmente en Colombia, será asumido por la triste tripulación, que espera con desespero ser salvada por un lienzo de la virgen del siglo XIV. No basta con encomendarnos a la santísima.
Los colombianos estamos asistiendo al desmantelamiento y al derrumbe del mito del progreso, la democracia y la igualdad. El COVID-19, enemigo imperceptible y causante de miles de muertes, ha puesto de manifiesto la espantosa desigualdad en la que se encuentran millones de personas en nuestro país. Ya era imposible ocultar que en los cinturones de miseria de las grandes urbes y pueblos abandonados reina el hambre y la desolación, y ahora estamos presenciando el fracaso histórico del Estado social de derecho.
Los que durante décadas han asumido la conducción del barco nacional nos han navegado por aguas turbias y mal olientes. Constantemente los tiburones acechan a la tripulación. La banca, aprovechando la situación, arroja salvavidas para reactivar económicamente el país. Aquel que es salvado desconoce que pronto perecerá triturado con los mordiscos del sistema financiero. ¡Vaya tragedia!
Se avecinan tiempos difíciles, más de seis millones de personas quedarán sin empleo, la informalidad laboral aumentará, la pobreza multidimensional tocará a millones de hogares y, para el peor de los males, seguiremos navegando en el mar de la ineptitud, comandados por el gran presentador de entretenimiento y del reinventismo, Iván Duque Márquez, amigo del finado Ñeñe y conocido en el mundo del hampa como Porky.
¿Quién podrá salvarnos de este mierdero? Es una pregunta de difícil resolución, pero abierta para llevarnos a la reflexión. De lo que estoy seguro, Bobby, es que no será la astucia del Chapulín Colorado la que nos dará la redención y la restauración moral de nuestra mal navegada patria.
