En 1995, cuando Aurelijus Rutenis Antanas Mockus Šivickas llegaba a su primer periodo como alcalde de Bogotá, supo que en su paso por la Casa de Liévano iba a hacer historia. El revolucionario político capitalino, hijo de Alfonsas y Nijolė (inmigrantes ucranianos), dejó un gran legado de cultura ciudadana.
La utilización de mimos que le sacaban tarjeta roja a los ciudadanos que no acataban las normas citadinas, la prohibición de la pólvora, la hora zanahoria y otros fueron algunos de los aportes que aparecieron en el contexto de esta innovadora propuesta de respeto a las normas, sin violencias represivas, en la que participaron los habitantes de la capital de la república.
Casi simultáneamente, pero en Medellín, Roosevelt Castro Bohórquez retomaba su arbitraje didáctico en el fútbol y lo fusionaba con el de fortalecimiento en valores, para darle al génesis de su propuesta axiológica de la tarjeta verde.
Castro Bohórquez le empezó a entregar a los pequeños párvulos una laminita del Divino Niño y sin quererlo estaba creando una estrategia que serviría para la cultura ciudadana.
En las estampitas que repartía Roosevelt había un mensaje: “Yo amo, respeto, tolero”. Con ellas quería inculcar un poco de amor en las canchas en donde le tocó ejercer este duro y desagradecido oficio De hecho, cuando habla del pretexto indica: “Algunos de los niños de los torneos de las categorías tercera, cuarta o escolar eran testigos de Jehová, evangélicos o judíos, no creían en el cuento de la laminita del Divino Niño, por eso opté por cambiarla por un código más universal y creé la tarjeta verde".
Luego, añadió el periodista deportivo (afiliado a la ACORD-Colombia, a la AIPS, al CIPA y la Asociación Colombiana de Entrenadores de Fútbol): "Igualmente, porque el componente cromático y simbólico está articulado a historia de las tarjetas del fútbol. Yo les digo que lean y reflexionen acerca del mensaje y que lo que quieran hacer con ellas no me interesa. Además, les digo que lo más importante es que imiten lo bueno de los grandes jugadores de fútbol; que no hace falta llenarse de soberbia, vanidad o engreimiento; que hay que respetar a los demás y siempre, siempre, trabajar en equipo y con mucho amor".
Verde: de la cancha a la calle
Luego de recorrer por más de dos décadas y media las canchas polvorientas de Antioquia, la tarjeta verde llega a las calles de Medellín, para darle la norma de la ventaja al buen uso del tapabocas, ante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.
Una alianza público-privada, comandada por la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) y la Presidencia de la República, extrapoló la iniciativa de Roosevelt para darle paso a la campaña Colombia arranca seguro.
Bruce Mac Master, presidente de ANDI, explicó hace poco los alcances de la propuesta pedagógica y de cultura ciudadana que busca un comportamiento responsable de cada uno de los colombianos frente a la crisis sanitaria.
La Alcaldía de Medellín le dio su espaldarazo total. Desde la Secretaría de Cultura Ciudadana, al mando de Lina Gaviria, le dieron la norma de la ventaja a esta propuesta para expulsar a los ciudadanos que no acaten las reglas de juego contra el COVID-19. Tarjetas verdes para los cívicos y las rojas para los indisciplinados es la manera de calificar el comportamiento ciudadano frente a la pandemia y el uso del tapabocas.
“Presento mi apoyo total a esta bonita campaña enmarcada en la cultura ciudadana, que extrapola mi propuesta fair play o de juego limpio de más de 30 años, y en la que se premia ese comportamiento respetuoso a la norma de los diferentes públicos del fútbol, en mi caso, pero a todos los medellinenses en la buena utilización de los tapabocas”, concluyó Roosevelt, también llamado “el juez de los valores”.
