Es una fortuna para un pueblo acertar en la elección de sus gobernantes, máxime cuando en Colombia muchos sufragantes se dejan contagiar por el "coronavirus" que produce "la corrupción crónica". Una mayoría de bogotanos independientes encontraron la vacuna contra dicha pandemia eligiendo alcaldesa a Claudia López, personaje valiente para tomar decisiones, que lleva en su epidermis la inmunidad para luchar contra la corrupción, la miseria y la pobreza a la que sometieron los últimos mandatarios a la capital colombiana, víctima de neoliberales confesos como Peñalosa o solapados como Petro, cuyas administraciones hicieron retroceder a los bogotanos lo que habían avanzado en lo social.
López presentó al Concejo Distrital un plan de desarrollo democrático, de avanzada, que recuperará el camino desandado en temas sociales como salud, educación, tercera edad y vivienda popular, quitando esta última a los grandes consorcios urbanizadores; pero además, un portentoso plan de generación de empleo a través del fomento a las microempresas. Irónicamente, el principal opositor de Claudia López es Gustavo Petro, que parece aliarse con el Centro Democrático de Uribe para no dejarla gobernar. A los dos los une apostar a su fracaso para poder recuperar el caudal electoral de la capital de la República. ¡Cínicos!
Además, López junto a otros mandatarios territoriales son el contrapeso a un gobierno absolutamente neoliberal como el del presidente Iván Duque, lo cual ha quedado aún más evidente en el manejo de la emergencia sanitaria del contagio del coronavirus. La asesoría científica de López le indicó el grave peligro que corría la población, por lo cual tomó la decisión de dictar medidas de confinamiento que, a pesar de una reacción salida de tono de Duque, lo obligaron a tomar decisiones en el mismo sentido en todo el país. Mientras Claudia López lucha incesantemente por detener el alto contagio (cuyo pico epidemiológico, según el Ministerio de Salud, será a finales de agosto–), interviniendo las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIS) públicas y privadas y organizando cercos en los barrios con equipos epidemiológicos, el gobierno de Duque cede a la presión de los gremios económicos, especialmente de las multinacionales y poderosos, dictando decretos para abrir más actividades económicas, timando con ofertas como los días sin IVA, que propician las aglomeraciones en pleno ascenso de la pandemia.
López, al igual que todos los mandatarios, saben que se necesita desarrollar la economía para poder garantizar el funcionamiento de la sociedad; sin embargo, las cifras actuales de la pandemia no favorecen a Colombia, que entre 188 países ocupa el lugar 19 en personas contagiadas y 22 en muertas en el mundo, teniendo gran impacto en Bogotá, Barranquilla, Cartagena y Cali, por lo cual nuevamente le solicitó al presidente Duque (quien concentró $117 billones de presupuesto de la epidemia en bancos y grupos económicos) que se estudie la posibilidad de declarar otras cuarentena preventiva. Duque respondió a la petición: "No es una opción viable encerrarnos hasta que aparezca una vacuna; tenemos que aprender a convivir con el virus... no podemos caer en el derrotismo de decir que en algún lugar no hemos sido lo suficientemente juiciosos, y la alternativa tiene que ser encerrarnos". O sea, ahora la culpa es de lo que llama “indisciplina social” para esconder las verdaderas causas del desastre que son la privatización de la salud y el dogma neoliberal, ¡cínico!